Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 18 de diciembre de 2010

Ana María Matute para niños





            Algunos de los autores galardonados con el Premio Cervantes han escrito algún libro para el público infantil y juvenil. Es el caso de Miguel Delibes, Gonzalo Torrente Ballester, Camilo José Cela o incluso el reciente Premio Nobel Mario Vargas Llosa, a quienes de vez en cuando se les ha escapado de la pluma algún cuento para niños, pero ninguno de ellos ha dedicado una parte relevante de su obra a la literatura infantil y juvenil como Ana María Matute, la última en recibir el mayor galardón literario que se concede a los autores que escriben en lengua española.

            Ana María Matute escribe la mayoría de su obra sobre la infancia y a veces para la infancia, partiendo del íntimo convencimiento de que el niño “no es un proyecto de hombre, sino un mundo en sí mismo”. Incluso va más allá en este reconocimiento a los primeros años de la vida, cuando afirma que “un hombre es lo que queda del niño que fue”, y es precisamente en esa búsqueda sobre la niña que fue donde se adentra Ana María Matute en casi toda su obra, en la indagación en su memoria para hallar ese mundo perdido de la infancia. Como en los cuentos clásicos, en ese regreso nuestra escritora va siguiendo las migas de pan que fue dejando por el camino que le ha traído de la infancia, y de nuevo a la vuelta las va recogiendo y contando para no perderse en el mundo adulto desde donde escribe. Cada miga es una historia sobre niños huérfanos, imaginativos, románticos, sensibles, desamparados, prácticos, huraños, bondadosos,… a menudo habitantes de un mundo incomprensible y hostil, donde la única salida a la pobreza o la marginación está en el refugio ilusionado de los cuentos.

            Así, haciendo un somero repaso de los libros que Ana María Matute ha dedicado al público infantil y juvenil, resaltamos a partir de 9 años “El país de la pizarra” (Editorial Lumen, 1978); a partir de 11 años: “El aprendiz” (Lumen, 1978), “Caballito loco y Carnavalito” (Lumen, 1962), “El polizón de Ulises” (Lumen, 1965. Premio Lazarillo de Literatura Infantil 1965), “El saltamontes verde” (Lumen, 1960), “Sólo un pie descalzo” (Lumen, 1983. Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 1984), “El verdadero final de la bella durmiente” (Lumen 1965); y a partir de 14 años: “Algunos muchachos” (Destino, 1998), “Historias de la Artámila” (Destino, 2010), “Libro de juegos para los niños de los otros” (Espasa, 2003), “La oveja negra” (Oxford, 2004). También a los jóvenes que disfruten con la literatura fantástica les encantará la lectura de la “trilogía medieval”, que incluye los títulos “La torre vigía” (Destino, 1971), “Olvidado Rey Gudú” (Destino, 1996) y “Aranmanoth” (Destino, 2000), donde, envueltas en territorios llenos de magia y misterio, se van tejiendo leyendas de caballerías, historias oscuras y maravillosas fábulas sobre la naturaleza del hombre.

Recientemente se han reunido sus cuentos en el volumen “La puerta de la luna. Cuentos completos” (Destino, 2010), pero es de esperar que con motivo de la concesión del Premio Cervantes las editoriales se decidan a reeditar algunas de estas obras que ya no se encuentran en las librería, de forma que los más pequeños puedan tener acceso a los libros de Ana María Matute. En ella encontrarán a una autora de referencias clásicas, aquellas que nos retrotraen a los cuentos de hadas, donde se entrecruzan historias y leyendas siempre en defensa de la fantasía, la imaginación y el misterio de la mejor literatura.

Si creyéramos en la estricta separación de los géneros literarios, podríamos decir con satisfacción que el Cervantes, por fin, ha reconocido el valor de la literatura infantil y juvenil premiando a Ana María Matute, pero en realidad ha galardonado a una autora que no conoce fronteras entre los géneros.

(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 18 de diciembre de 2010)

sábado, 20 de noviembre de 2010

Revistas de Literatura Infantil y Juvenil




           Ahora que se acerca la Navidad es de esperar que los Reyes Magos –y el importado Papá Noel-, no se olviden de regalar un libro a los niños. Entre el puñado de los juguetes necesarios y la multitud de juguetes prescindibles siempre se debe colar un libro, teniendo la certeza de que no se romperá a los dos días ni se le acabarán las pilas ni ocupará más espacio que el que logre habitar en la imaginación del niño. Como desde estas “Páginas para pequeños” sería imposible hacer una relación, aunque fuera muy somera, de los libros que podrían desenvolver los niños el día de Reyes, nos permitimos hacer un repaso de las revistas de Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) para que puedan servir de orientación a los lectores y, de paso, hacer un reconocimiento público de la importante labor –tantas veces callada- que hacen para la promoción de la lectura entre los niños y jóvenes.

            PLATERO, fundada por Juan José Lage, se publica en Asturias desde 1985 con periodicidad bimensual. Incluye un cuadernillo central con reseñas de libros realizadas por un grupo de profesores. En el resto de páginas se publican entrevistas a autores, reportajes y artículos de fondo. También suele dedicar algún número monográfico a un autor o a un tema concreto vinculado con la actualidad. Se distribuye gratuitamente a los centros educativos de Asturias, aunque los interesados también la pueden adquirir por suscripción. En el año 2007 recibió el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.


“CLIJ. Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil” seguramente es la revista más importante que se publica en España dedicada a la LIJ. Empezó su andadura en l988 y está dirigida por la gijonesa Victoria Fernández. Es de periodicidad bimensual y, aparte de las reseñas de las novedades editoriales del mes, ofrece una amplia agenda de artículos y noticias sobre el mundo del libro infantil. También suele publicar números monográficos. Recibió el Premio Nacional de Fomento de la Lectura 2005. Se puede adquirir por suscripción o comprándola directamente en quioscos y librerías.

            PEONZA. Desde 1986 un grupo de maestros la publica en Santander con periodicidad trimestral. Se puede comprar en librerías o por suscripción.

            BLOC. Revista Internacional de Arte y Literatura Infantil. Publica dos números al año desde 2008, en edición bilingüe castellano–inglés. Está elaborada por profesionales del diseño, la traducción, la fotografía y la literatura infantil, y se adquiere por suscripción.

            EDUCACIÓN Y BIBLIOTECA. Se fundó en Madrid en 1989 y en la actualidad se publica con carácter bimestral. Se adquiere por suscripción. Incluye recomendaciones y críticas bibliográficas realizadas por varios especialistas.

            CHARÍN. Desde 2008 la Fundación Conrado Blanco publica en La Bañeza (León) un número al año de distribución gratuita. Hasta el momento ha editado dos revistas y dos libros.

LAZARILLO. Publicada por Los Amigos del Libro Infantil y Juvenil desde 2000 con la intención  de servir a la difusión y al conocimiento de los libros infantiles. Ofrece periódicamente tres números que cuentan con secciones fijas destinadas a dar a conocer ilustradores, escritores, proyectos editoriales y experiencias sobre animación a la lectura.           

PRIMERAS NOTICIAS REVISTA DE LITERATURA. Editada en Barcelona desde 1992 por el Centro de Comunicación y Pedagogía. Periódicamente publica noticias, novedades editoriales e información sobre todo lo que acontece en el mundo de la LIJ.

Aparte de estas revistas y otras dedicadas específicamente a la LIJ, la mayoría de las revistas literarias que hay en el mercado suelen incluir alguna reseña, artículo o reportaje sobre el libro infantil y juvenil. En este sentido hay que destacar el número Extra que la revista QUÉ LEER dedicó este verano a la LIJ y que aún se puede adquirir en la web de la editorial.

(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 20 de noviembre de 2010)







           


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuento largo al calor de la lumbre

“EL NARRADOR DE HISTORIAS FANTÁSTICAS”

JOSÉ ANGEL ORDIZ LLANEZA

Editorial Visión Libros, Sevilla, 2010

Páginas: 175






            José Ángel Ordiz Llaneza (San Martín del Rey Aurelio, Asturias, 1955) está dejando de ser un “escritor invisible”, como él mismo se califica pensando seguramente en los muchos años que ha pasado escribiendo en silencio, con el único empeño puesto en hacer lo que al fin y al cabo todo escritor que se precie de serlo sabe que está condenado a hacer: escribir y escribir sin esperar más reconocimiento que el propio, aquél que se satisface en cumplir el compromiso que uno tiene como escritor. Así, desde hace un tiempo Ordiz Llaneza está sacando a la luz toda la obra que tenía guardada en el cajón, que parece que no es poca, pues el propio autor vaticina que tiene colmado el cupo de publicaciones con vista a los próximos dos o tres años. A esto se le añaden los premios que suele cosechar con sus obras, como el reciente Premio de la Crítica de Asturias en la modalidad de cuento en lengua española por su libro Relatos impíos (Ediciones Atlantis, 2009) y la selección –aunque al final no galardonada- de una novela suya entre las diez finalistas de la última edición del Premio Planeta.

            En El narrador de historias fantásticas el autor sigue la tradición de los relatos orales transmitidos al calor del hogar en las frías noches de invierno, donde un narrador -al que han dado refugio unos personajes que no tienen más presencia en el relato que el de ser meros escuchantes de la historia- va contando un largo cuento en el que se entrelazan, a través de un espacio limitado y un tiempo indefinido, las fantásticas aventuras de los personajes que lo pueblan. Al igual que en Las Mil y una noches, se nos transmite la necesidad vital del narrador en contar “su” historia y, como una especie de Sherezade vagabundo que se ve “condenado a repetir” su relato para agradecer el alimento y el cobijo, el peregrino habla de cómo la vida y la muerte se persiguen, de cómo “caminan tomados de la mano” el amor y el odio, la maldad y la bondad, la crueldad y la ternura, la ignorancia y la sabiduría, el dolor y el placer, la verdad y la mentira, y de qué manera no son más que ramas del mismo árbol de la vida.

            En esa dualidad, que contribuye a relativizar los episodios más rotundos de la trama, se mueven los personajes, empezando por Remedes que, tras matar a su hermano Filipo y forzar a la hermosa Petria, se ve obligado a huir de El Mar del Sur, donde faenaba en la barca que compartía con su hermano, a través del vasto territorio formado por Los Valles del Oeste, Los Bosques del Este, Las Montañas, Los Desiertos, Las Ciénagas, el Oasis de las Esencias y La Región de los Hielos Azules habitada por los Bárbaros del Norte. En su huída se junta con Almudio, el cazador de alacranes, con el que correrá aventuras fantásticas entrelazadas por personajes como la hermosa Bel, Arturo el poderoso, Tobías y Melina los eternos, Arquín el sabio, Pit el enano y Pisón el gigante, Nerea la bruja, Valior el pescador, Doria la dulce, Telesforo el impetuoso, Orlando el flautista,  Pol el apuesto, Nirvania la princesa, Rex el poderoso, Rosalinda la hija predilecta de los Bosques del Este, Zalamías el chico, Gregor el juglar vagabundo y algunos más que, en su singularidad, contribuyen a alcanzar la verosimilitud que exige todo relato fantástico y a que el lector traspase, sin mayores sobresaltos, esa fina raya tras la que sabemos que suceden los hechos extraordinarios.

            El autor, siempre tan cuidadoso con los aspectos formales, utiliza en todo momento el punto de vista del narrador oral, al que introduce de vez en cuando en la trama del relato para justificar su propio relato y orientar a los oyentes –al lector- sobre algunos aspectos de lo narrado, a través de una bellísima prosa que continuamente trae y lleva al lector a través del tiempo y el espacio en el que transcurre la trama. Los diálogos están inmersos en el mismo cuerpo de la narración, un largo y único párrafo donde la ausencia de puntos y aparte no debería suponer un problema para la mirada atenta de los jóvenes lectores.

Se trata de una novela que, aunque no se presente bajo el sello de literatura juvenil, pueden leer los jóvenes lectores a partir de los 14 años, sobre todo, como su título indica, los que disfruten con las narraciones fantásticas de corte más clásico, aquellas en las que aparecen princesas y príncipes, héroes y guerreros, arrebatados por odios y amores desgarrados.


(Publicado en la revista Literarias, nº 22 (17 de noviembre de 2010). Otra versión de esta reseña se publicó en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés el 30 de octubre de 2010)



sábado, 6 de noviembre de 2010

En el taller de Mauro Rodríguez

 


POÉTICA DE LA MADERA


El taller del escultor está en el monte,
en el bosque, en la naturaleza donde la madera muerta,
caída después de ser rama tronchada por el viento
o tronco cortado por el hacha del hombre,
espera paciente la mirada y la mano de quien la devuelva a la vida.

            Mauro Rodríguez Salvador pasea por los robledales que rodean Turón o por los encinares de las tierras zamoranas donde nació y pacientemente espera a que le provoque una raíz, un tronco o una rama muerta. Porque el escultor tiene su primer taller en la naturaleza, donde la materia prima de su obra duerme en las diversas, caprichosas formas con que la fue moldeando la vida. En ese taller, en el campo abierto impregnado del olor de la resina y de las hojas muertas, el escultor, olvidando el rastro de sus huellas perdidas, se detiene ante un trozo de madera que le reclama, que en silencio busca la complicidad de su mirada atenta. Cuando al escultor se le ha revelado, de manera aún muy nebulosa, alguna posibilidad de devolver a la vida la materia inerte, carga con la raíz, el tronco o la rama y lo lleva al taller entre paredes que tiene en Oviedo.
            Allí, en un rincón de ese espacio reposa la pieza en espera de una segunda provocación, aquélla en la que el artista va descubriendo el arte que la madera ya contiene. Así, mientras con la lija va puliendo con mimo alguna obra que ya tiene casi a punto de terminar, de vez en cuando alza la mirada y la posa sobre el nuevo tronco que parece abandonado en el rincón, pero que, en realidad no deja de llamarle para que el artista se levante del taburete y le busque la veta, la hendidura de donde surgirá la idea.
            La sobriedad del espacio donde se ubica el taller es sin duda el reflejo de la sencillez de Mauro Rodríguez Salvador, quien, desde una formación autodidacta, siente el trabajo artístico con la humildad de saber que sólo para sí mismo –para la labor callada del artista- debe quedarse el íntimo orgullo del privilegio que supone poder crear con sus propias manos, en complicidad tan solo con su mirada y su experiencia, que le hacen descubrir en la madera unas “formas que son tuyas, que tú ya tenías dentro cuando la pieza provocó tu atención en el campo”. Para ese camino en el “descubrimiento de las formas propias”, Mauro no necesita más que un puñado de herramientas y una mesa de mármol, material en el que apoya el tronco y que, a través del tiempo, parece traerle el eco de los escultores clásicos que, como él, sentían que la labor del artista no es otra que la de sacar a la luz las formas que ya escondía en su interior la obra.
En esa tarea únicamente la técnica depurada o el mero oficio de los artesanos (tan respetable su labor por el usual empeño en el trabajo bien hecho) no son suficientes para que Mauro pueda conseguir lo que modestamente nos propone con su obra: una “invitación a la sugerencia”. Para ello son necesarios a la vez la fuerza y el mimo de sus manos –el tacto que recoge de la materia inerte su cualidad más oculta para devolverla en expresión sentida, en pulida, acariciada y viva forma-, no sólo para alcanzar ese humilde propósito, sino que por medio de las herramientas que indagan en la profunda e incierta opacidad de la madera, se transforma esa modesta intención del artista en una auténtica “provocación a la sugerencia”.
No es únicamente la propia evocación sexual que las formas redondeadas y fálicas, los abrazos cálidos y los huecos de luz, puedan despertar en la imaginación del espectador atento, sino la misma provocación que, como una astilla más que salta de la gubia, debe desprenderse, de modo inexcusable, de toda manifestación artística que se precie de serlo. En este sentido, la obra de Mauro Rodríguez Salvador contiene toda la fuerza de la provocación, pues, frente a ella, nuestra mirada –es decir, nuestros sentidos y nuestro pensamiento- es golpeada con el mismo formón con que se perfila la madera, hasta vernos configurados como una forma más extraída del molde que ha creado el artista.
Para su propósito toda madera sirve. De la flexibilidad del olmo o la higuera a la dureza de la encina, el roble o el cerezo, Mauro ha ido esculpiendo, a lo largo de los años, una obra que ha expuesto, de forma individual o colectiva, en numerosas salas y  galerías de arte, casas de cultura y museos desperdigados por Madrid, Barcelona, La Coruña, Málaga, Salamanca, Zamora y Asturias. Sus obras han sido seleccionadas en Muestras, Certámenes y Bienales de arte y expuestas en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (1995) y en el Museo de Arte Moderno de Barcelona (1997). Ha recibido el Primer Premio de Escultura en la “VII Semana América en Madrid” (1994) y en el “IV Certamen de Pintura y Escultura José Cubero “Yiyo” de Madrid (1998). Además sus obras han estado presentes en la Muestra de Arte Contemporáneo “Mac 21” de Marbella (Málaga, 2000) y en la VIII Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Salamanca, 2004) y hace pocos meses una escultura suya ha servido para crear el diseño de los trofeos que entrega en sus competiciones el Club Natación Ciudad de Oviedo.  
Pero en el taller no hay espacio para ninguno de esos reconocimientos, sino para el recogimiento, para la concentración de todos los sentidos del artista en el propio trabajo que, literalmente, se trae entre manos, en la elección de las herramientas más acertadas y precisas que le conduzcan a revelar lo que Mauro espera: la gubia para desbastar la madera, el formón para los cortes rectos, la escofina para los remates más delicados, la lija para pulir las formas creadas y la cera para dar el acabado definitivo de la pieza. Y por el camino hacia ese descubrimiento de las formas, la técnica del escultor tal vez haya debido recurrir a tareas más prosaicas, como el uso del barreno o la jeringuilla para introducir el líquido milagroso que mate a la carcoma.
Seguramente para que se mantenga intacta toda la capacidad de sugerencia que pretende con cada una de sus esculturas, Mauro Rodríguez Salvador no suele poner título a sus obras, pero a veces se aventura a ponerles un nombre para dar indicios al espectador sobre el ánimo que le ha llevado a lograr tal representación. Así, guiado por su gran afición al deporte, sus piezas se empezaron a llamar “Jugando con los aros” (Seleccionada en la XI Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes. Madrid, 1995), “Deportista en equipo” (Seleccionada en la XII Bienal Internacional del Deporte en las Bellas Artes. Barcelona, 1997), “Salto” (Seleccionada en la I Bienal del Baloncesto en las Bellas Artes. Madrid, 1998), hasta llegar a estos momentos donde las obras reciben nombre más reflexivos: “El tiempo pasa y todo cambia” o “Elogio de la memoria”.
 Siguiendo fielmente un verso del celebrado “Don de la ebriedad” de su paisano Claudio Rodríguez (“La encina, que conserva más un rayo / de sol que todo un mes de primavera”), Mauro busca la luz y el tiempo encerrados en la naturaleza muerta, y del tronco encontrado en la tierra, el artista, como un demiurgo, extrae de nuevo la vida y la hace evolucionar ante nuestros ojos: el abrazo que enlaza los deseos primigenios fecunda con bolas móviles los huecos donde la luz interna del tronco –el “rayo de sol” del poema- alumbra un futuro más libre, pero también más frágil, amenazado de espumas. Así, el tronco no nace para morir, sino para transformarse continuamente y perdurar con su savia de nuevo esculpida, para siempre en la memoria del hombre. En la fugacidad de la vida el tiempo hace que las formas, como la cera de las velas, se derritan, pero sólo momentáneamente, pues antes de caer del todo se solidifican, generando nuevas formas, que, en alguna de sus últimas creaciones reposan sobre una piedra, volviendo de esta manera a un origen en el que el tronco se yergue erecto desde la tierra inerte de donde nació.
Su obra expresa –a través de una esencial poética de la madera- esa clara evolución desde la primera a la última pieza, pero también en cada escultura se sustancia la síntesis de todo ello, de ese dinamismo que a la vez es la metamorfosis sin fin de la naturaleza y la fuerza creadora del hombre, su necesaria prolongación que seguirá evolucionando hacia donde sólo Mauro Rodríguez Salvador sabe, siempre hacia el arte que ha elegido su mano para manifestarse.

(Publicado en El Comercio y La voz de Avilés. 6 de noviembre de 2010)

sábado, 2 de octubre de 2010

Cuentos de Edgar Allan Poe





Tal vez pueda sorprender que en estas “Páginas para pequeños” se incluya una reseña de los Cuentos de Edgar Allan Poe, y más aún cuando este mismo espacio es también ocupado –entre otros- por Fulgencio Argüelles para hacer admirables comentarios críticos sobre los “Libros de siempre jamás”, condición que sin duda tiene la obra de la que nos ocupamos. Sin embargo, si lo incluimos en este rincón del periódico es porque los cuentos de Poe pertenecen a esa categoría de obras que no admite fronteras de edad y que pueden –y deben- leerse con satisfacción por lectores jóvenes. En verdad, si pensamos en las grandes obras literarias que generación tras generación disfruta el público infantil y juvenil, caemos en la cuenta de que son precisamente grandes porque han sido capaces de tener el valor de saltarse la delgada –y engañosa- línea de los límites para poder ser leídas también con entusiasmo a todas las edades. ¿O acaso hay que dejar de leer –más allá de los quince años- “La isla del tesoro”, “Moby Dick”, “Alicia en el país de las maravillas” o “El guardián entre el centeno”? Son, sin embargo, las obras a las que volvemos siempre, a menudo buscando el refugio de aquella primera emoción, sólo hallada en la soledad de los placeres clandestinos.

A este género pertenecen los cuentos de Poe, tal vez en su origen concebidos para adultos, pero que a través de los años han supuesto un alimento literario insustituible para una multitud de jóvenes lectores. Los que ahora reciben con entusiasmo las sagas –literarias y/o cinematográficas- de vampiros, brujas, zombies y piratas deberían saber que Poe –y con él buena parte de la literatura romántica del siglo XIX- es el precursor de la tan afamada literatura fantástica y de terror que en la actualidad invade las librerías. Cuentos como “Berenice”, “Ligeia”, “El gato negro”, “El entierro prematuro”, etc., nos introducen en una atmósfera de desasosiego y misterio que seguramente hará las delicias de todos los que hacen cola en las librerías –con la ansiedad contenida por ser los primeros- para devorar el último libro de la serie que promete seguir manteniendo su alma en vilo. Quien lea “El Rey Peste” se sorprenderá, con una divertida mueca de horror, al comprobar el origen de cierta saga de piratas caribeños. De piratas y tesoros escondidos también trata el famoso “El escarabajo de oro”, cuento que enlaza con los relatos y novelas -tan a la moda- donde a través de la deducción lógica y el ingenio se resuelve un enigma perseguido por la emoción de la aventura.

De igual manera, los que gusten de las novelas policíacas encontrarán en “Los crímenes de la Rue Morgue”, “El misterio de Marie Rogêt” y “La carta robada” la creación del detective analítico y frío en la figura de C. Auguste Dupin, modelo para tantos personajes que posteriormente fueron concebidos por los autores de la novela negra. Nuestros jóvenes deberían saber –a la vez que se deleitan con una trama plagada de intriga, imaginación y misterio- de donde proceden, entre otros, el Padre Brown de Chesterton, el comisario Maigret de Simenon, Hércules Poirot de A. Christie o el mismísimo Sherlock Holmes de A. Conan Doyle.

Pero, aparte de precursor de géneros literarios, Edgard Allan Poe se caracteriza por el humor, que traspasa, como un hilo blanco entre las sombras más negras de la imaginación, prácticamente todos sus cuentos, incluso los aparentemente más escalofriantes, aquéllos que cortan nuestra confiada sonrisa con el frío cuchillo del horror. De esta forma, la fina ironía, el duro sarcasmo y a veces la abierta carcajada hacen que podamos salir de la pesadilla y reírnos de lo que hay en el otro lado del espejo.

Aprovechando la conmemoración el año pasado del bicentenario del nacimiento de Poe, algunas editoriales publicaron recopilaciones de cuentos y antologías, atreviéndose incluso a sacar a la luz nuevas traducciones que pudieran competir con la “canónica” de Julio Cortázar. Entre estas publicaciones, hay que destacar los “Cuentos completos” publicados por Edhasa (2009), Páginas de Espuma (2008: edición comentada por un escritor español o latinoamericano vivo, con prefacios de Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa), Debolsillo (2009) y Losada (2010). Los jóvenes lectores que no deseen sentir en sus manos el peso de los grandes volúmenes, pueden iniciarse con “Cuentos de Poe” (Anaya, 2009: selección de cuentos traducidos por Doris Rolfe y con ilustraciones de diferentes autores), “Los crímenes de la calle Morgue y otras historias de misterio” (Valdemar, 2010), “El escarabajo de oro y otros cuentos” (Losada, 2010). Y si quieren seguir indagando en el misterio, nada mejor que leer la personal biografía que ha escrito un autor muy querido por el público juvenil: “Poe” (Libros del zorro rojo, 2009) de Jordi Sierra i Fabra, con bellas ilustraciones en blanco y negro de Alberto Vázquez.

(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 2 de octubre de 2010)



viernes, 1 de octubre de 2010

Rostros sobre Bagdad

ROSTROS SOBRE BAGDAD
Juan Kruz Igerabide
ALGAR EDITORIAL. Barcelona, 2008


            
Una chica adolescente (Jasmina) va contando, en capítulos alternos, el drama de su vida en Bagdad durante la invasión americana y la historia de un antepasado suyo ocurrida en la época medieval.
En el relato del conflicto armado se narra, desde los asombrados ojos de Jasmina, toda la crudeza del horror de la guerra: la muerte de casi toda su familia (excepto la de su hermano que no habla), la destrucción de las casas, el miedo a las bombas y a los soldados, el desamparo, la humillación y la falta de esperanza
En la historia que rememora Jasmina se cuenta, a través de la vida de un maestro sufí, el pasado esplendoroso de Bagdad, envuelto en las luchas por el poder, la conquista de los territorios por los invasores y la tradición de la sabiduría oriental como bálsamo para aliviar las lacras de toda violencia.
            Se da un paralelismo entre las dos historias, pues aparte de compartir escenario, en ambas se destaca el valor de la amistad para superar las situaciones y se propone dar una especial relevancia a la mujer como motor de cambio y progreso en la sociedad.
Esta novela será una delicia para los jóvenes lectores que ya empiecen a sentirse concernidos por los problemas sociales, como la violencia, la guerra y la justicia. Además tiene la cualidad de poder evocar la belleza y el misterio de los cuentos de Las Mil y Una Noches.


(Publicado en la revista de Literatura Infantil y Juvenil PLATERO. Nº 177 - Septiembre -octubre, 2010)

sábado, 4 de septiembre de 2010

Del barro a la lectura

ALFREDO GÓMEZ CERDÁ
“Barro de Medellín”
Editorial Edelvives. Zaragoza, 2008
146 páginas



Camilo y Andrés son dos amigos que viven en Santo Domingo Savio, un barrio de Medellín donde sus habitantes se han ido construyendo, entre las empinadas calles sin asfaltar, sus humildes casas con materiales de desecho. Cuando llueve, el agua arrastra el barro que recubre los ladrillos de la casa de Camilo, y entonces el chico debe volver a forrarla para que no se vea el sospechoso parecido de esos ladrillos con los de la biblioteca que se acaba de inaugurar cerca del barrio. Su padre, mientras se pasa todo el día tumbado en casa, bebiendo aguardiente y maltratando a su madre, le obliga a hacer ese trabajo. Ese comportamiento de su padre es lo que menos soporta Camilo, pero, a pesar de esas penurias, piensa que es una suerte vivir en lo más alto del barrio, desde donde se divisa toda la ciudad y las montañas. En especial, Camilo y Andrés sienten admiración por el teleférico que asienta sus pilares en el barrio y por el gran edificio de la biblioteca, al que un día deciden entrar por curiosidad y donde siguen acudiendo atraídos por la extraña sensación de comenzar una desconocida aventura.

            Los protagonistas pasan el tiempo vagabundeando por las destartaladas calles de su barrio, única escuela que conocen y en la que cada día tienen que ir aprendiendo a trampear para resolver el problema de la supervivencia, pero que sobre todo les va enseñando la importancia que tiene la amistad para entender el complejo mundo que les ha tocado vivir. Así, a través de una lealtad que está por encima de ciertas diferencias esenciales (Camilo quiere ser ladrón y Andrés se esfuerza en vano por que desista de ese empeño), los dos amigos descubren que hay otro mundo encerrado entre las enormes paredes de la biblioteca. Un mundo encerrado, que es precisamente un mundo abierto a otras realidades en cada libro que se les ofrece como un misterio.

Es una novela destinada a chavales a partir de diez años, que en su lectura se van a adentrar en la vida de unos personajes que seguramente están muy lejos de sus propias experiencias vitales, pero que podrán disfrutar de igual manera, porque al final trata sobre lo que precisamente supone el acto mismo de leer: la posibilidad de ampliar tu propio mundo real a través de otra realidad imaginada en el maravilloso, infinito espacio de la ficción.

            Añadido al Premio Ala Delta de Literatura Infantil, por este libro a Alfredo Gómez Cerdá el Ministerio de Cultura le concedió en 2009 el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, un galardón que también se puede entender como un justo reconocimiento a su dilatada y rica carrera como escritor.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 4 de septiembre de 2010) 





sábado, 7 de agosto de 2010

Con el corazón en un puño


PALABRAS ENVENADAS
Maite Carranza
Editorial Edebé. 2010
288 páginas



“Palabras envenenadas”, de Maite Carranza (Premiado con el Edebé de Literatura Juvenil) narra la historia de la desaparición de Bárbara Molina, una adolescente que, después de cuatro años de infructuosas pesquisas en las que prácticamente se da el caso por cerrado, logra comunicarse con el exterior de su cautiverio. Esto ocurre el día en el que Salvador Lozano, el inspector de policía que ha investigado su desaparición, se jubila, y es entonces, en medio de la frustración por no haberlo solucionado y por las emociones debido a los preparativos de su marcha, cuando el agente debe enfrentarse a la nueva situación de resolver por fin el caso, justo antes de las doce de la noche, momento en que dejará de ser policía para siempre. De esta forma, asistimos a un thriller contra reloj, pues al tiempo que se acerca la medianoche, la familia, el inspector, el secuestrador y la propia joven se acercan vertiginosamente al angustioso desenlace de los cuatro años en los que ha estado desaparecida.

Maite Carranza trama un relato trepidante que no desmerece de los mejores del género, con una original estructura en la que, bajo el nombre de cada uno de los protagonistas, los capítulos van contando desde sus orígenes las circunstancias de la desaparición de Bárbara, sus amistades peligrosas, los problemas con su familia, su despertar sexual, las líneas de investigación que se fueron siguiendo y que, a los ojos del lector, se van convirtiendo sucesivamente en pistas falsas que le llevan, como si fuera el mismo inspector, a descartarlas una a una. Los diálogos se integran en la prosa narrativa para dar más agilidad a la trama y el manejo del monólogo interior y del estilo indirecto libre hace que el lector se acerque, emocional e intelectualmente, a la peculiar psicología de los personajes.

Se trata de una magnífica novela que se introduce en el espinoso tema de los abusos sexuales a menores, aquellos de los que a menudo son víctimas por parte del entorno que tienen más cerca. Su lectura es muy recomendable para los adultos, a veces ciegos a los problemas que sus hijos esconden y, por supuesto, para los jóvenes (a partir de 16 años), sobre todo de los que gusten de historias intensas que se leen con el corazón en un puño.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 7 de agosto de 2010)


sábado, 10 de julio de 2010

Los genios y los demás

MI HERMANO EL GENIO
Rodrigo Muñoz Avia
Editorial Edebé. Barcelona, 2010
Premio Edebé de Literatura Infantil


“Mi hermano el genio”, de Rodrigo Muñoz Avia (premiado con el Edebé de Literatura Infantil) cuenta las dificultades que tiene Lola, de 10 años, para hacerse visible en una familia que divide el mundo en dos tipos de personas: los genios y los demás. Ella, naturalmente, se encuentra entre los demás, pues son contados los llamados a ser genios y en su familia ya está ocupado el puesto por su hermano Gracián, un adolescente prodigio del piano, que se lleva todas las atenciones y parabienes de sus padres. Lola, a pesar de intentar hacer sus pinitos con el violín para complacerlos, se pasa el día soñando con ser una gran jugadora de fútbol. Así, mientras su hermano ensaya horas y horas frente al piano, ella entrena y juega al fútbol como si fuera un chico más en un equipo de chicos. Ella no acaba de entender por qué a Mozart se le considera más genio que a Messi, y por eso se las ingenia para no tener que acudir a un concurso de piano en el que Gracián deberá cumplir todas las expectativas que sus padres han puesto en él. Pero a su hermano le sucede algo inesperado que descoloca a su exigente familia y que sólo ella, con una idea genial, consigue solucionar, rehaciendo de paso la concepción de sus padres sobre lo que verdaderamente importa.

             Muñoz Avia trata en paralelo dos temas que se suelen dar con cierta frecuencia en el ámbito doméstico: cómo la excesiva presión por alcanzar el logro puede volverse en su contra y acabar en fracaso por no poder soportar tal nivel de exigencia, y cómo, al resaltar más las cualidades de uno de los hijos, los padres se olvidan a menudo de valorar los esfuerzos, más o menos acertados, de los demás. Pero no es una novela infantil destinada a los padres, o no sólo, pues, llevados con unas buenas dosis de humor a través de situaciones cotidianas, a los más jóvenes (a partir de 10 años) les divertirá su lectura, mostrándoles además lo que seguramente ya todos saben: que la mayor motivación para llevar a cabo una tarea (y tal vez conseguir el éxito) es pasarlo bien en el momento del empeño.

Las acertadas ilustraciones en blanco y negro de JORDI SEMPERE contribuyen a la expresión emotiva del relato.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 10 de julio de 2010)


sábado, 29 de mayo de 2010

Diccionario histórico de autores de LIJ contemporánea

Diccionario histórico de autores de la literatura infantil y juvenil contemporánea
Juan José Lage Fernández
Editorial Mágina-Octaedro. Barcelona, 2010
Juan José Lage
            Juan José Lage es una de las personas que más a fondo conoce la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ), y no sólo en Asturias, donde es seguro que nadie como él se ha acercado a este género con tanto entusiasmo y entendimiento, sino a nivel nacional, pues no en vano ha sido reconocida su labor como estudioso y divulgador de la LIJ. En este sentido, ha recibido el Premio Nacional al Fomento de la Lectura en 2007, por la dirección de la revista Platero, fundada por él mismo en 1980 para, precisamente, fomentar la LIJ entre el profesorado de Asturias. También ha recibido el Premio de la Organización Española para el Libro Infantil.
            Llevado por su experiencia como profesor y bibliotecario en varios centros educativos de Asturias, hace unos años publicó “Animar a leer desde la biblioteca”, que trataba sobre la dinamización y organización de las bibliotecas, concretamente las escolares. Ahora, igualmente motivado por la difusión de la LIJ y avalado por la solvencia de su currículo como divulgador, publica este Diccionario que es pionero en el estrecho panorama de los libros destinados al estudio y la divulgación de la literatura para niños y jóvenes. 
            En este Diccionario se han incluido los autores que para Lage son una referencia ineludible en la LIJ contemporánea. Para ello ha seguido una selección siguiendo varios criterios: que se trate de autores reconocidos casi como clásicos, que sean tomados como referencia por haber marcado un estilo o un camino, que estén comprometidos con el fomento de la lectura para jóvenes o que tengan una calidad y originalidad indiscutible. De esta selección surgen 139 escritores, cuya obra el autor del Diccionario va analizando de forma pormenorizada. Así, en cada entrada incluye una bibliografía clasificada por edades, algunas características de su obra, documentación básica sobre el autor, comentarios críticos sobre las obras más destacadas y, en ciertos escritores, un texto representativo de su obra.
            Es de especial interés para profesores, bibliotecarios y padres, la clasificación de los libros por edades lectoras, más ajustado a la realidad de lo que a menudo aparece como orientación en las portadas de los libros. En este sentido, hay que reconocer a Juan José Lage el esfuerzo por haber leído a lo largo de sus 30 años de profesión y de amor por la literatura infantil y juvenil todos estos libros con el afán, no sólo de disfrutar de su lectura, sino de reseñarlos y clasificarlos desde una perspectiva de sistematización y crítica.
            Para completar el Diccionario, el autor incluye una Bibliografía básica, una relación de los Premios literarios más importantes de los últimos años y, por si fuera poco, algunas de las entrevistas con escritores que a lo largo del tiempo se han ido publicando en la revista Platero.
            El manejo de esta obra se antoja imprescindible para todos aquellos interesados en la Literatura Infantil y Juvenil (profesores, bibliotecarios, padres, críticos, periodistas, animadores a la lectura), que podrán continuar su consulta en la página web (www.diccionariolij.es) donde el autor actualizará periódicamente todas las referencias que considere oportunas para seguir contribuyendo al fomento de la lectura entre los niños y jóvenes.
(Publicado en El Comercio y La Voz de Avilés. 29 de mayo de 2010)

jueves, 1 de abril de 2010

Vicente y el misterio del escritor informal


VICENTE Y EL MISTERIO DEL ESCRITOR INFORMAL
Sara Sánchez Buendía
Editorial SM. Madrid, 2009


            Vicente es el nombre con el que sus compañeros de instituto conocen a Estrella, una chica que vive con una familia un tanto peculiar y que prefiere más jugar al fútbol que leer un libro. Fede es su amigo del alma, un muchacho sensible y buen estudiante que sueña con ser escritor. Son dos personajes antagónicos, alejados de la tópica imagen con la que se suele asociar a los chicos y chicas de su edad. La aventura comienza cuando Fede quiere recuperar un manuscrito que dejó a un famoso escritor y para ello reclama la ayuda de su amiga Vicente. Entonces, todo se enreda más de lo esperado y, como en las más duras novelas policíacas, los dos adolescentes se van introduciendo en ambientes cada vez más sórdidos por donde transitan personajes marginales, traficantes sin escrúpulos, misteriosas mujeres y matones a sueldo.
            Se trata de una entretenida novela de misterio, donde el mal no aparece al principio de  la narración, sino que los protagonistas lo van descubriendo a medida que  se va desvelando poco a poco lo que hay detrás de una realidad que creían benévola. Las apariencias se van transformando –como el huevo que forma parte del misterio de la historia- para hacernos ver que las chicas también pueden ser valientes, los chicos sensibles, los guapos malvados y los marginales honrados.
            Destinada a adolescentes a partir de 14 años, que quieran leer una novela bien escrita, con intriga y humor, que además valora la amistad, la ruptura de tópicos y la sensibilidad por las especies protegidas.

(Publicado en la Revista de Literatura Infantil y Juvenil PLATERO. Nº 175. Marzo-abril de 2010)


lunes, 29 de marzo de 2010

Los cuentos de Miguel Delibes


Viejas historias y cuentos completos
Miguel Delibes

Editorial Menoscuarto. Palencia. 2006
532 páginas.




            En los múltiples comentarios, reseñas, semblanzas y homenajes que ha suscitado el reciente fallecimiento de Miguel Delibes, se ha hablado de sus novelas, de sus diarios de cazador, de su faceta como periodista y prácticamente nada –si acaso alguna  pequeña referencia escrita al margen- de los cuentos que escribió a lo largo de su vida. Sin embargo, Delibes fue un gran escritor de cuentos –o de historias, como le gustaba nombrar a estas narraciones breves-, en los que condensa las tres premisas necesarias para que, según él, una novela –o cuento o historia- sea considerada como tal: un hombre (un protagonista), un paisaje (un ambiente) y una pasión (un móvil).

            De ello es buena muestra esta obra que reune sus cuentos completos, hasta entonces desperdigados –como si se tratase de piezas de caza- en otras ediciones. Aquí están incluidos los cuentos de sus libros “La partida”, “Siestas con viento sur”, “Viejas historias de Castilla la Vieja”, “La mortaja” y “Tres pájaros de cuenta y tres cuentos olvidados”, además de un bello y esclarecedor prólogo escrito por su paisano Gustavo Martín Garzo.

En estos cuentos, su maestría narrativa, donde el lenguaje limpio y preciso nos lleva de la mano a mostrarnos la realidad que de una manera más directa nos quiere revelar, se ciñe al mismo motivo al que, en definitiva, se refiere en sus celebradas novelas de largo aliento: a explorar la profundidad del corazón del hombre. Un hombre poseído por “unos sentimientos de soledad, de incomprensión y de miedo”, como se definía Delibes a sí mismo en su ensayo “España 1936-1950. Muerte y resurrección de la novela”. Sin embargo, no se puede calificar a Delibes como un escritor de ideas que pretendan desarrollar un pensamiento a la manera de las novelas de tesis, sino que estas ideas, sustanciadas en “la frustración, el acoso del individuo por una sociedad indiferente, opresiva, cuando no hostil”, deben transpirarse a través de la acción. Se trata, en definitiva, de un compromiso ético, pues si bien se ha subrayado el hecho de ser un escritor castellano que ha explorado eso tan etéreo y equívoco como es el “alma de Castilla”, hay que entender que la Castilla a la que se refiere Delibes no se constriñe a los arbitrarios límites de una región y ni mucho menos de una comunidad autónoma. De hecho, “La partida” –la primera historia que aparece en el libro- tiene como “paisaje” un carguero llamado Cantabria. Castilla –al igual que Macondo de García Márquez, Comala de Rulfo o Santa María de Onetti- no es sólo un espacio físico, sino antes que nada constituye un territorio moral donde habita el hombre acosado por su propia condición de existir, su vida siempre proyectada desde la ineludible perspectiva de la muerte.

A menudo Delibes huye de la amargura hiriente y solemne para expresar la dureza de la existencia, y la envuelve –a través del débil reflejo de un detalle- en un aura de ironía y humor que nos acerca más, atajando por la desbrozada senda de la ternura, a la condición dolorosa del hombre.

Para adentrarse en Delibes –si es que aún queda alguien que no lo haya leído-, nada mejor que dejarse llevar por estos cuentos. Y para los que ya hayan disfrutado de “El camino”, “Las ratas” o “El hereje”, descubrirán que historias como “La mortaja”, “El loco” o “La partida” bastarían para que su autor fuera considerado como uno de los grandes escritores en español del siglo XX.

(Publicado en la revista Literarias, nº 14 (29 de marzo de 2010)

lunes, 1 de febrero de 2010

Una casa en el espacio

  
UNA CASA EN EL ESPACIO
Philip Reeve
Editorial Salamandra. Barcelona, 2008



            Larlklight es la casa donde viven Arthur y Myrtle con su padre, un científico del Real Instituto Xenológico de Londres. Hasta ahí todo parece normal, pero resulta que Larlklight es también una nave espacial que es asaltada por un terrible monstruo. Los chicos consiguen escapar de la envolvente tela que tejen las malvadas arañas, y a partir de ahí comienza una sucesión de trepidantes aventuras en las que, a través del “impasible éter” espacial, se tendrán que enfrentar a situaciones increíbles, pobladas de seres extraordinarios. Aparecen aerocerdos, arácnidos espaciales, gusanos gigantes, orugas marcianas, cardúmenes de ictiomorfos…, y el joven capitán Jack Havock, el pirata más legendario del sistema solar.  
            Es una novela de aventuras en la que se mezclan las historias de piratas (cambiando las islas por los planetas), la ciencia ficción, el mundo fantástico y la sociedad inglesa del siglo XIX. Incluso aparece una historia de amor. Puede gustar a lectores que disfruten con cualquiera de estos componentes, que, por otra parte, añaden poco a las antiguas, imaginativas y maravillosas novelas de Julio Verne.
            Cabe destacar las ilustraciones de DAVID WYATT, perfectamente ajustadas al doble propósito fantástico y real de la obra.

(Publicado en la Revista de Literatura Infantil y Juvenil PLATERO. Nº 174. Enero-febrero, 2010)



            

Otoño azul


“OTOÑO AZUL”
José Ramón Ayllón
Editorial Bambú. Madrid, 2009
 154 páginas

            Dos jóvenes que cursan 2º de Bachillerato se conocen en un tren de cercanías. La chica estudia en un Liceo Francés y el muchacho en un Instituto. En sucesivos encuentros van profundizando en su amistad a la vez que van descubriendo parecidas inquietudes enredadas bajo la dura sombra de un dolor compartido. Sin embargo, es esa oscuridad que amenaza su felicidad desde el pasado la misma que puede encender la temblorosa llama del amor.
            Es una novela muy bien escrita, donde la belleza de la prosa –a veces balanceada al borde del lirismo- crea el espacio propicio para dar algunas tenues pinceladas sobre lo que revela la vida a la luz de la muerte y sobre la valentía para afrontar los miedos reales o imaginarios. Los diálogos son ágiles e inteligentes, en ocasiones poblados con referencias literarias o filosóficas que van enhebrando una trama leve, tan solo sobresaltada por una sorpresa final.
Gustará a adolescentes a partir de 14 años que disfruten con la literatura concebida –más allá de la aventura o el misterio- como fuente de emoción y conocimiento.

(Publicada en la Revista de Literatura Infantil y Juvenil PLATERO. Nº 174. Enero - Febrero 2010)
           


El maravilloso viaje de Xía Tenzin

EL MARAVILLOSO VIAJE DE XÍA TENZIN
PATXI ZUBIZARRETA
EDITORIAL EDELVIVES (Colección Ala Delta), Zaragoza, 2009
Premio Ala Delta de Literatura Infantil 2009



            Xía Tenzin es el hombre más alto del mundo y desde su altura podría ver el mar si no fuera porque se lo impiden las montañas que le rodean, las altas cumbres del Tíbet que son las más altas de la Tierra. Por eso decide salir de viaje para ver el mar y de paso buscar a su padre, que también salió hace años con ese mismo deseo y jamás regresó. Un brujo predijo: “El viaje será accidentado, peligroso y lleno de imprevistos. Tendrás alegrías, tendrás tristezas; sentirás dolor, tendrás esperanza; causarás sorpresa y te sorprenderán. Alguien te esperará, alguien que te quiere de verdad…”
            En cada etapa del viaje irá descubriendo la certeza de las palabras del brujo, en un continuo suceder de aventuras a cada cual más imprevista, emocionante y maravillosa. El relato nos trae ecos de la literatura oriental, de la imaginación poética de “Las Mil y una noches”, donde no es raro que aparezcan lluvias de mariposas, de cristal, de piedras, de sapos, de culebras, de fuego, de lágrimas, de estrellas y, en definitiva, de historias.
            Indicado para niños que les guste viajar con la imaginación a mundos lejanos y, a la vez, al interior de sí mismos.          
Ilustraciones de JACOBO MUÑIZ.
(Publicado en la Revista de Literatura Infantil y Juvenil PLATERO. Nº 174. Enero - Febrero 2010)


viernes, 29 de enero de 2010

Vidas paralelas









Tanto se parecen las vidas de Ángel González y Antonio Gamoneda que hasta comparten las iniciales de sus nombres y apellidos. A. G. y A. G. nacieron en Oviedo unos años antes de iniciarse la Guerra Civil, perdieron a sus padres –no a sus madres- antes de poder guardar de ellos algún recuerdo y sufrieron en el bando de los perdedores las miserias y el dolor de la guerra. Ambos se tuvieron que trasladar a León por problemas de salud –el consabido asma que tanto ha contribuido al florecer de los poetas-, y en la oscura soledad de los años del hambre las sombras de sus padres ausentes –su inevitable y continua presencia a través de los libros y recuerdos heredados- influyeron de manera decisiva en sus vidas, marcadas desde entonces por el compromiso moral que se deja traslucir de sus respectivas vocaciones poéticas. De esos primeros años de sus vidas tratan estos dos libros que –en paralelo con la misma contemporaneidad que cuentan- han visto la luz casi a la vez.

En la contraportada del libro Mañana no será lo que Dios quiera se dice que el libro es una novela sobre Ángel González, lo cual no pretende ser más que una argucia editorial para vender más, pues lo que realmente tenemos entre las manos es un libro de poesía. Un libro de poesía escrito en prosa, que es posible sea el mejor de Luis García Montero, quien ha puesto todo su talento como escritor y como crítico al servicio de un personaje que quiere y admira, inmerso en una realidad que no tiene que dejar de ser dura para llegar a ser absolutamente poética. Pues en definitiva se trata de eso, de poesía, porque un libro escrito por un poeta sobre la vida de otro poeta, si pretende ser verdadero, sólo puede ser poético, es decir, revelador en la creación de lo bello. Así, más que una novela, García Montero ha creado un largo poema donde, a la manera de los clásicos griegos –con la licencia de sólo romper el severo corsé de la métrica-, se cantan las hazañas de un héroe que logra vencer a la tragedia por medio de la alegría que siempre conlleva –en la familia y los amigos- el amor compartido. Entre la épica y la lírica, el poema en forma de novela se desarrolla como una ficción donde el inicio se envuelve en la ingenua promesa que toda vida ofrece, el nudo se fija en el drama que parece sólo provisto para nunca más dejar ese hueco en el olvido, y el desenlace se cierra para abrirse en el convencimiento de que el poso del dolor es lo único que puede hurtar de esperanza a todo lo que no sea humor y amor, fundidos en la belleza de una sola palabra.
En Un armario lleno de sombra Antonio Gamoneda dice que este libro es ajeno a la ficción y, yendo más allá por si alguien se equivoca, reclama que, aunque pudiera ser tomado por el pensamiento poético, tampoco sería ficción, pues, según su conocido postulado, “la poesía no es literatura, más que accidentalmente”. Creo que precisamente en esa intención está la debilidad de este libro, ya que al pretender plasmar lo más fielmente posible tanto los “recuerdos heredados” como “los adquiridos en la experiencia propia”, se hurta –aparte del estremecimiento y la emoción que puede causar lo que cuenta-, en esa certificación de los propios límites de lo contado, la cualidad poética que debe tener toda creación literaria. Y esto a pesar de que, mal que le pese a nuestro genial poeta, toda intención de dar fe –como un notario- por medio de la escritura de aquello que fue real –a través de una biografía, unas memorias o un diario-, siempre llevará inevitablemente al resbaladizo –y poético- territorio de la ficción, donde el tiempo transcurrido –y la propia materia de lo narrado- nos obligará a inventar aquello que ingenuamente creemos recordar.
En los primeros años de estas vidas paralelas, tanto A.G. como A.G. encontrarán siempre la evanescente materia sobre la que sustentar el dolor y la ternura, el descreimiento y el amor, la desolación y la alegría que transitarán por sus versos futuros, conformando, sin embargo, dos mundos poéticos lo suficientemente dispares como para que cada uno brille con voz propia.




(Publicado en la revista Literarias, nº 12 (29 de enero de 2010)