Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

viernes, 30 de octubre de 2020

Teatro. Henrik Ibsen

 

Henrik Ibsen

Teatro (1877-1890)

 Nórdica Libros. Madrid, 2019


 

Para el crítico norteamericano Harold Bloom, Henrik Ibsen (1828-1906) es comparable con Shakespeare en que “poseyó el misterioso don del verdadero dramaturgo, [aquel] que es capaz de prodigar a un personaje más vida de la que él mismo posee”. Seguramente en esta apreciación del famoso crítico se encuentra una de las claves que definen la obra del autor noruego, pues el entramado dramático, en ocasiones trazado con sutilezas, silencios y sobreentendidos que solicitan la complicidad de un lector –y espectador- inteligente, sólo se sostiene de manera magistral por unos personajes que, a través de sus voces y de puntuales descripciones físicas, reclaman para sí una presencia más vital que la que a menudo muestran los figurantes de una obra de ficción. Así, esa suerte de condición existencial de los personajes es la que posibilita la variedad de lecturas que suscitan los textos, pues como acertadamente apunta en la introducción Cristina Gómez-Baggethum –autora también de la impecable traducción-, la obra de Ibsen ha originado tal pluralidad de interpretaciones que en ocasiones ha servido para fines totalmente opuestos. Como muestra baste decir que la obra “Un enemigo del pueblo” fue celebrada por grupos socialistas y anarquistas, mientras que, unos años después, fue utilizada por los nazis como propaganda.

El volumen que nos presenta la editorial Nórdica recopila las ocho piezas dramáticas más relevantes de Ibsen, con el propósito de continuar publicando las cuatro restantes que constituyen sus obras en prosa. Ordenadas cronológicamente desde 1877 a 1890, se inicia con “Los pilares de la sociedad”, donde los considerados próceres para el progreso de la comunidad no dudan en traicionar a sus más allegados para lograr la consecución de sus fines, de manera que al final esos pilares se revelan incompatibles con la verdad y la libertad; en “Casa de muñecas” se representa a través de Nora –personaje que a partir del estreno de la obra se convirtió en un símbolo para el feminismo- a la mujer que se emancipa de la misión que para ella tiene destinada la sociedad; “Espectros” refleja la falsa moral de una comunidad que, ante una misma conducta, no duda en condenar a la mujer y salvar al hombre con el propósito de defender la ley y el orden; en la magistral “Un enemigo del pueblo” se abordan los riesgos de una individualidad que, llevada al extremo, conduce inevitablemente a la ruina, el ostracismo o la locura; “El pato silvestre” plantea la cuestión de si se debe sacar a la luz la verdad o es necesario mantenerla siempre oculta para no hacer tambalear la propia vida construida sobre esa mentira; en “La casa Rosmer” la felicidad se sostiene en saberse libre de culpa y, ante esa imposibilidad, aceptar que sólo en la muerte puede encontrarse el necesario sosiego; en “La Dama del Mar” la verdadera libertad nace cuando uno es capaz de mantener la propia voluntad de poder elegir por sí mismo; en “Hedda Gabler” asistimos a una batalla intelectual que, en el ánimo por conseguir una privilegiada posición, conduce al límite de la autodestrucción.

Esta primorosa edición que se publica ahora para el lector hispanohablante, tiene el mérito de ser la primera vez que se traduce directamente desde los textos originales noruegos, con el aval además de contar con el beneplácito del Centro de Estudios Ibsenianos de la Universidad de Oslo. Por ello, es una inmejorable oportunidad para que algunos lectores, a menudo demasiado habituados a acercarse sólo a libros de poesía o narrativa, sientan el placer estético e intelectual de leer estas obras dramáticas, así como para las compañías de teatro que se planteen representar en español al gran Henrik Ibsen.



(Publicada en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 30 de octubre de 2020)