Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 23 de septiembre de 2017

Aprender a jugar con el lenguaje


Con el diccionario a diario: jugando con las palabras
Juan José Lage
Octaedro. Barcelona, 2017



Traemos hoy aquí, a este espacio habitualmente dedicado a reseñar obras de literatura infantil y juvenil, un libro que no es de ficción, pero que tiene como finalidad contribuir a desarrollar en los niños y niñas las habilidades necesarias para, entre otros beneficios relacionados con la lectura, poder disfrutar de manera plena de las obras literarias.
Uno de los requisitos necesarios para lograr que los niños se conviertan en buenos lectores, es decir, que adquieran la capacidad de decodificar y comprender textos escritos, es que tengan la oportunidad de desarrollar unas habilidades metalingüísticas básicas. Dicho de una manera llana, que sean capaces de jugar con todas las posibilidades que nos brinda el lenguaje. Así, no es suficiente el conocimiento de las letras y su correcta asociación con los fonemas que representan, para que se considere que un niño “sabe leer”. Como mucho, puede decirse que adquiere la “mecánica lectora”, una habilidad sin duda imprescindible para el desarrollo posterior de la lecto-escritura, pero leer supone algo más, implica establecer “representaciones mentales” a partir de la palabra escrita, es decir, alcanzar el significado, la intención última de llegar a la comprensión de lo leído. Esto lo saben – o deberían saberlo- los educadores en quienes confiamos para que enseñen a leer a nuestros niños.
Como decíamos, para favorecer la adquisición de estas competencias, el profesor asturiano Juan José Lage (director de la revista Platero, dedicada a la literatura infantil y juvenil) ha escrito este interesante y útil “Con el diccionario a diario: jugando con las palabras” (Octaedro, 2017). En la primera parte del libro se presenta una serie de actividades que se puede llevar a cabo en el aula o en casa en torno al diccionario. Desde algunos juegos más conocidos, como palabras encadenadas (casa-saco-coma…), palíndromos o palabras capicúa (somos), parónimas (afectivo-efectivo), anagramas (cuenta-cuneta) o familias de palabras, a otros más originales, como encontrar las palabras más largas del diccionario, palabras robadas (juego inventado por Cortázar en “Rayuela”), monovocalismos (carcajada) o tautogramas (frases cuyas palabras empiezan por la misma letra: María miraba mis manos). En la segunda parte, titulada “Jugando con las palabras”, se continúa proponiendo tareas como comparaciones (roja como un cangrejo), pentavocalismos (murciélago), retruécanos, neologismos, pleonasmos, etc.       
Lage, que fue galardonado en 2007 con el Premio Nacional al Fomento de la Lectura, se ha servido de toda su dilatada experiencia como profesor, bibliotecario, crítico literario, experto en animación a la lectura y escritor de varios libros de divulgación literaria, para desempolvar el diccionario –ese tocho que a menudo duerme en las estanterías a la espera de que alguien vaya a buscar el significado de alguna palabra- y plantear en torno a él variadas y múltiples actividades que puedan servir a los docentes para su trabajo cotidiano en el aula, pero también a las familias que quieran emplear el tiempo libre para jugar con las palabras, tratando así de despertar en los niños y niñas su creatividad y el gusto lúdico por el lenguaje. A ello también contribuye la inserción de fragmentos de textos literarios de diferentes autores, muy apropiados para ilustrar cada tarea que se propone.

El libro se completa con unos apéndices que incluyen citas relacionadas con el conocimiento y el lenguaje, juegos de pareados, ortografía de homófonos, y unas viñetas humorísticas. De gran utilidad es también la bibliografía, donde aparecen todo tipo de diccionarios, así como libros que contienen propuestas para jugar con las palabras y algunas novelas juveniles que tratan de divertir al lector a través del uso lúdico del lenguaje.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 23 de septiembre de 2017)