Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 8 de junio de 2013

Iguales y distintos

COLECCIÓN CUBILETE

Editorial Bruño

            Los responsables de las editoriales saben que, a falta de sagas o secuelas que consigan atrapar al lector en el deseo o la necesidad de seguir adquiriendo volúmenes para continuar alimentando el insaciable gusanillo de la lectura, una de las estrategias comerciales que más éxito suele tener es la creación de colecciones. Pueden ser de clásicos, de biografías o de cualquier otro tema que sea lo suficientemente atractivo como para poder despertar el afán que a menudo tenemos no sólo por la recopilación de cosas, sino más aún por la pulsión casi predeterminada por acabar aquello que empezamos. Y en esta ambición los jóvenes lectores suelen verse abocados con más entusiasmo que los adultos, pues es fácil comprobar cómo muchos pequeños van sacando uno a uno todos los volúmenes de una colección de la biblioteca escolar o cómo piden a sus mayores que compren los que les faltan para completar la lista de los libros que les quedan por leer del lote. Es por ello que –antes que un reproche- nos congratulemos de que esta avispada visión de las editoriales contribuya de una manera tan decidida a la animación a la lectura de los más jóvenes.
            El logro de este fin se ve sin duda favorecido por la Colección Cubilete de álbumes ilustrados que acaba de presentarnos la editorial Bruño. Se inicia con tres títulos -dirigidos a primeros lectores- enlazados por el hilo común de tratar de forma original y divertida historias que relatan lo diferente.


            “El buen lobito” –premiado en la Feria Internacional del Libro Infantil de Bolonia-, con texto y dibujos de Nadia Shireen, describe con ingenio y humor los empeños de un lobo bueno para convertirse en un lobo de verdad, un lobo que para transformarse en feroz debe aullarle a la luna o derribar a soplidos la casa de uno de los tres cerditos. El fracaso en esa ardua tarea se ve de pronto compensado por una oportuna ocasión en la que “el buen lobito” es capaz de demostrar que puede ser tan malo como cualquier lobo. El cuento se cierra con un sorprendente final que puede dejar helada la sonrisa confiada del niño lector –o escuchante-, pero justamente por eso, por la pretensión de alejarse de ciertos convencionalismos edulcorados, la narración guarda –a través de ese último desasosiego- un significado más profundo.


            El ilustrador Emilio Urberuaga cuenta en “Nanuk, Bobuk, Tontuk y una foca blanca” la historia de un oso polar que era diferente. Nanuk no sólo era negro, sino que no le gustaba la carne de foca. Precisamente sirviéndose de los rasgos que lo hacían distinto, sus hermanos Bobuk y Tontuk se divertían mucho con él hasta que, ya de mayores, cayeron en la cuenta de lo peligroso que era jugar con alguien diferente. Así fue como Nanuk, al quedarse sólo, tuvo la suerte de encontrar a Aput, una foca adulta de color blanco, con quien descubrió que sus diferencias era lo que –curiosamente- les hacía más iguales. El cuento –acompañado por la calidad de las ilustraciones a las que nos tiene acostumbrados su autor- es un canto a la diversidad como la condición necesaria para sentirnos más unidos a los otros.


            “¡No me dejan hacer nada!” es el expresivo título que Thierry Robberecht (autor) y Annick Masson (ilustradora) ponen a este álbum donde una niña se queja constantemente de lo que no le dejan hacer, en comparación con lo que sí pueden hacer los animales (sacar la lengua, sorber por la nariz, comer con las manos o dormir el día entero) o su hermano pequeño (por ejemplo, eructar). Sin embargo, ella ha encontrado una divertida solución que comparte con el lector en la sorpresa de la última página.

(Publicado en en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 8 de junio de 2013)