Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 27 de abril de 2019

El libro de la selva



Mowgli de la selva
Edelvives, 2019



                Las adaptaciones cinematográficas de algunas obras literarias tienen el pernicioso efecto de que los posibles lectores, antes de lanzarse a leer el libro que acaban de ver trasformado en imágenes, se conformen con la idea de que lo han leído porque ya saben de qué va la historia. Este riesgo suelen correrlo los jóvenes lectores que han tenido ocasión de ver una película de Disney basada en cuentos clásicos –Cenicienta, Blancanieves, La Sirenita, etc.- o en otro tipo de obras literarias –Peter Pan, Robin Hood o, como el caso que nos ocupa, El libro de la selva-. Así, la influencia de este tipo de películas es tan grande entre el público infantil y juvenil –y aún en el adulto- que en el imaginario colectivo se asocia la obra de Rudyard Kipling –escrita en 1894- con el bonachón oso Baloo, que se pasa el día cantando y comiendo, con los simpáticos monos que bailan a ritmo de jazz y, sobre todo, con la pegadiza canción “Busca lo más vital”.
                Por ello es de celebrar que se publique una versión dirigida a los pequeños lectores –de 6 a 8 años-, teniendo en cuenta además que la obra de Kipling no fue directamente escrita para ellos. En esta adaptación de Michel Laporte –traducida al español por Isabel Soto y publicada por Edelvives (2019) con el título “Mowgli de la selva”- se ha propuesto un nuevo orden de los capítulos con la intención de seguir la evolución del niño, continuidad cronológica que no se contempla en el original. Así, los relatos comienzan con el hallazgo del “cachorro de hombre” por parte de una manada de lobos y continúan con su adopción frente a las malvadas pretensiones del tigre Shere Khan, los sabios consejos del oso Baloo para sobrevivir en la selva, el secuestro de los monos, la caza de la serpiente Kaa, el robo del fuego –conocido como “flor roja”- del poblado de los hombres, el encuentro con Messua -la mujer a la que Mowgli tanto se parece-, el pastoreo de los búfalos, la victoria ante Shere Khan, la batalla contra los Perros Rojos y el regreso final del joven a la manada a la que pertenece, cumpliendo de esta forma el dicho de que “El Hombre siempre acaba volviendo con el Hombre”.
Rudyard Kipling

Esta versión –como acertada adaptación del relato original de Kipling- nos remite al mito del niño salvaje, aquel que nace y/o se cría fuera de la sociedad a la que pertenece y que normalmente sobrevive gracias a los cuidados de los animales. Se empareja de esta manera con mitologías y leyendas como las de Endiku –Epopeya de Gilgamesh- o Rómulo y Remo -fundadores de la antigua Roma-, y con obras literarias posteriores, como Tarzán. Consecuentemente, es un relato de iniciación o aprendizaje en el que el protagonista debe superar una serie de pruebas –los peligros y las aventuras a las que se ve obligado a enfrentarse- para lograr volver a “la aldea del Hombre”, es decir, para ser aceptado por la sociedad a la que pertenece. En este camino que, en definitiva, es el que debemos transitar en la lucha por la vida, es indispensable la ayuda de otros personajes, del apoyo y la compañía de los seres que nos rodean. Las ilustraciones de Olivier Latyk, que incluyen en su interior seis páginas troqueladas, contribuyen a hacer más atractivo este libro a los pequeños lectores.
Otras obras de la misma colección son “El mago de Oz” y “El maravilloso viaje de Nils Holgersson”, inspirado también en los cuentos de animales de Rudyard Kipling. 


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 27 de abril de 2019)