Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 20 de octubre de 2018

Búsqueda de la luz



Cuaderno andaluz
Raúl Castañón del Río
Ediciones Tantín. 2018


                Suele decir Raúl Castañón del Río que no sabría decir qué le atrae de Andalucía, cuál es la razón por la que cada cierto tiempo se ve obligado a coger un autobús y plantarse en el sur. Precisamente él, tan orgulloso de ser ovetense y oviedista –adjetivos que califican a quien no se deja vencer por la melancolía de ciertas derrotas-, dice sorprenderse de esa seducción, más aún al sentirse tan alejado de todos aquellos tópicos que suelen cautivar a quienes pregonan su amor por Andalucía. Así, se muestra poco o nada interesado por ese folklorismo que habla de toros, flamenco, bailes de sevillanas, caballos cartujanos o trajes de lunares y faralaes. Y posiblemente sea esa búsqueda de los motivos que le impulsan una y otra vez a cruzar la península de arriba abajo, la íntima razón que le ha hecho concebir este libro, y de esta manera, a través de la escritura de los relatos que lo conforman, sea cómo el autor trata de indagar en esa secreta fascinación por las tierras del sur.
                Este Cuaderno andaluz (galardonado con el XX Concurso de Cuentos Manuel Llano que convoca el Gobierno de Cantabria) es un libro que juega con la idea de si a la circunstancia del viaje le precede la voluntad de contarlo o si, por el contrario, la necesidad de escribir surge posteriormente, al revelársele al viajero la exigencia de plasmar lo vivido. Pero poco importa la naturaleza de esta intención si, en todo caso, la mirada del viajero logra mantenerse atenta a lo que ocurre, tanto si está dentro de lo previsible o esperable como si de repente es sorprendida por un acontecimiento inusual. Y eso es lo que consigue Raúl Castañón con las catorce estampas que nos presenta en este libro, la virtud de no permitir que la mirada se nuble, que se disperse por ningún otro ámbito que no sea el de la imaginación.
                Relatos de diferente factura, en los que alterna la narración en primera persona con la tercera en la que a veces aparece el personaje de Víctor Pulido, posiblemente un alter ego que permite al autor el distanciamiento que precisa para contar lo que necesita ser contado. Relatos que hablan de un recepcionista de hotel que en su día de descanso viaja hasta encontrar el sosiego que le aportará la memoria futura; de disfraces y máscaras para un amor que no necesita rostro; de despedidas que no deben demorarse; del imposible olvido de aquella última tarde de agosto, junto a ella y Borges; de montañas que hay que subir y precipicios a los que asomarse, en Ronda; de la leyenda de la Casa Cervantes de Vélez-Málaga; de sabios taberneros de la vieja escuela; de la esperanza de poder instalarse en la “paz blanca y soleada” del sur; de soñar con volver al amor soñado; del agradecimiento de un viejo corazón que se despide; de una semana de embrujo andaluz; de la navegación por “aquel río de corriente sin retorno”, en Sevilla; de este libro incompleto, aproximado reflejo de una vida.
                Raúl Castañón –premiado precisamente por la sevillana Fundación Alberto Jiménez-Becerril contra el Terrorismo y la Violencia por su novela Sueños en conserva-, se sirve de una “escritura artesanal y viajera” para emprender con este libro un “viaje dentro del viaje” hacia ese sur real e imaginado, un lugar que en definitiva sólo se encuentra en el interior del autor, el íntimo territorio donde le llevan las palabras en esa incesante búsqueda de la luz.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 20 de octubre de 2018)