Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

viernes, 15 de julio de 2016

Esperar toda la vida


El secreto de Enola
Daniel Hernández Chambers
Edelvives, 2016


         La aparición de algo inesperado es el elemento que normalmente desencadena la trama en las llamadas novelas de misterio, aquellas en las que al protagonista, sorprendido por el repentino descubrimiento de un objeto o un suceso hasta entonces desconocido o secreto, no le queda más remedio que emprender la tarea de desentrañar el enigma que guarda tal hallazgo. En ese empeño suele encontrarse con toda clase de trabas e imprevistos, al mismo tiempo que aparecen también personajes o situaciones que le ayudarán a sortearlos para llegar al buen fin que exige la resolución del relato. El público juvenil -y el adulto, claro está- suele ser muy receptivo a este tipo de novelas, seguramente debido a la entretenida lectura que a menudo conlleva y a la satisfacción que siempre se alcanza al poder cerrar en el mundo de la ficción lo que rara vez se consigue culminar en la vida real. De ahí que las editoriales apuesten una y otra vez por las obras que desarrollen tramas de intriga en las que la resolución del enigma vaya acompañada también por el propio cambio que necesariamente debe sufrir el protagonista para lograr el sentido último de la historia.
         En esta línea se encuentra “El secreto de Enola”, galardonada con el XXVII Premio Ala Delta de la editorial Edelvives. En esta novela su autor, Daniel Hernández Chambers (Tenerife, 1972), se atreve a introducir, como elemento desencadenante de la acción, algo en principio no muy agradable como es el esqueleto de una paloma. El joven Ralph, apodado Calcetines porque suele ponérselos de diferente color, encuentra la repugnante osamenta al limpiar la chimenea de su vecina, la solitaria anciana Enola. Pero lo que verdaderamente le llama la atención, después de haber superado el asco que le produce semejante hallazgo, es el mensaje en clave que lleva atado a una de sus patas el esqueleto de la paloma. Con su amiga Margaret -por quien Ralph siente algo más que una mera amistad- se propone descifrar el mensaje de la paloma, pero en sus indagaciones se les cruza otro misterio que también tienen que resolver. Se trata de la existencia de Norman Herzog, un antiguo novio de Enola, del que no se sabe nada desde que hace casi medio siglo se marchó para no volver. Las palomas mensajeras, que se usaron en la Segunda Guerra Mundial como medio de comunicación secreto entre los Aliados y la Resistencia francesa, y la historia de amor imposible entre Norman y Enola, se vinculan para que los jóvenes amigos lleguen a la resolución de ambos enigmas. Para ello, deben utilizar algunas artes con el fin de sacar del silencio a quien conoce los entresijos de la historia, además de verse obligados a tener que servirse de algún personaje poco recomendable para poder descifrar el código secreto.
          Los jóvenes lectores (a partir de 10 años) seguramente disfrutarán de esta entretenida novela, al mismo tiempo que, como le ocurre a Ralph, podrán aprender que, con respecto a los sentimientos que se tenga hacia otra persona, uno no puede dedicarse a esperar toda la vida. A destacar las ilustraciones de David de las Heras, cuyas imágenes evocan la textura figurativa de Edward Hopper.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés el 15 de julio de 2016)