En un lugar de la escuela de cuyo nombre pocos quieren acordarse, no
ha mucho tiempo que vivía un libro de los de tapa dura, ancho lomo y
larga lectura. Rara vez el libro tenía todos los capítulos del
original escrito por Cervantes, de manera que tan solo incluía los
que eran más conocidos del público o los que pudieran ser más
entretenidos y divertidos para los jóvenes lectores. De esta forma,
la sola presencia de aquellos volúmenes en la biblioteca de la
escuela podía llevar al momento propicio en el que un niño
-debidamente llevado por el oportuno consejo de su maestro o sus
padres- se acercara a aquel libro del que se decía que era inmortal.
Y fue precisamente esa idea de inmortalidad, que en cierto modo
sugería un encuentro solemne con el texto, -unida, bien es cierto, a
la nociva costumbre de obligar a su lectura- la que, andando el
tiempo, hizo engolar algunas voces para denunciar que el Quijote no
era apropiado para los jóvenes lectores. Como consecuencia de esta
especie de protección tanto del libro sagrado como de las tiernas
cabecitas que pudieran leerlo, prácticamente se vaciaron los
estantes de las aventuras del ingenioso hidalgo, hurtando, por
consiguiente, la oportunidad de que pudieran disfrutar de ellas las
nuevas generaciones. Pero a raíz de la celebración en 2005 del
cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote,
la mayoría de las editoriales que publican para el público infantil
y juvenil ha venido editando y reeditando adaptaciones del texto,
Quijotes con menos capítulos o directamente el original cervantino
debidamente anotado para hacerlo más accesible a todos los lectores.
Entre las nuevas ediciones -surgidas también ahora con ocasión del
cuarto centenario de la publicación de la segunda parte-, traemos
aquí una pequeña selección.
Para los más pequeños han aparecido “Mi primer Quijote”
(Anaya, a partir de 5 años) y “Aventuras de Don Quijote de la
Mancha” (Anaya, entre 8 y 12 años), ambos adaptados por Ramón
García Domínguez e ilustrados por Emilio Urberuaga para recrear
pasajes como el de los molinos o el yelmo de Mambrino. Edebé publica
“El Quijote contado a los niños” (a partir de 8 años), de Rosa
Navarro Durán y con ilustraciones de Francesc Rovira. “Las
aventuras de Don Quijote” (Lumen, entre 5 y 8 años) es un álbum
de gran formato que reproduce los episodios más conocidos (los
molinos, las marionetas), incluyendo además una pequeña biografía
de Cervantes. “Mi primer Quijote” (Espasa, entre 5 y 8 años) es
una adaptación de la primera parte a cargo de José María Plaza,
con divertidas ilustraciones de Julius. En su colección Adarga,
Edelvives publica “El caballero Don Quijote” (a partir de 10
años), de Consuelo Jiménez e ilustrado por Xan López Domínguez.
Para más mayores hay que destacar la edición para uso escolar de
“El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” realizada por
Arturo Pérez-Reverte para la RAE (Santillana), en la cual se han
eliminado del texto cervantino algunos obstáculos y digresiones con
el fin de facilitar su lectura y al mismo tiempo respetar la
integridad y el sentido del original. Con la misma intención de
acercar el libro inmortal a todos los lectores, en “Don Quijote de
la Mancha” (Destino) Andrés Trapiello ha acertado a “traducir”
al castellano actual el texto íntegro que escribió Cervantes.
Con estas ediciones y otras que seguramente irán apareciendo hasta
el próximo año en el que se cumpla el cuarto centenario de la
muerte de Cervantes, no habrá excusas para que puedan seguir
cabalgando por las bibliotecas -escolares y domésticas- el Caballero
de la Triste Figura y el Gobernador de la ínsula Barataria.
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