Cuentos basados en el
teatro de Shakespeare
Charles y Mary Lamb
Anaya, Madrid, 2013
Charles Lamb (1755-1834) fue
un ensayista, poeta y crítico británico de reconocido prestigio en
su época. Junto a su hermana Mary publicó en 1807 una adaptación
de las obras más conocidas de Shakespeare para que su lectura fuera
más asequible a los jóvenes lectores y así poder despertar en
ellos el interés para enfrentarse posteriormente a la obra original
del dramaturgo inglés. Para ello convirtieron en cuentos en prosa
los versos del teatro de Shakespeare, aun a riesgo de perder por el
camino la belleza del lenguaje, la profundidad de los diálogos y el
dramatismo o la comicidad de las escenas originales que escribió el
llamado cisne de Avon. Sin embargo, el empeño parece que mereció la
pena, pues a pesar de que la adaptación es acorde con la moral de la
época de los hermanos Lamb, estos cuentos se han venido reeditando
hasta la actualidad y, sin duda, han servido para el fin propuesto
inicialmente: que los jóvenes ingleses tuvieran un primer
conocimiento de la obra de su más celebrado escritor.
Hace unos pocos años la
editorial Anaya publicó en la colección “Tus libros selección”
–destinada al público juvenil- la traducción española -a cargo
de Andrea Morales Vidal- con el mismo propósito declarado por los
hermanos Lamb. Por ello, y aprovechando que este año se cumple el
cuarto centenario de la muerte de Shakespeare, creemos que es
oportuno reseñarla en estas páginas. Así, mezcladas las comedias y
las tragedias, los lectores tienen la ocasión de introducirse en el
mundo real y mitológico de “La tempestad” o de “El sueño de
una noche de verano”, en el enredo cómico de “Mucho ruido y
pocas nueces” o de “La comedia de las equivocaciones”, en la
reflexión sobre la justicia y la usura de “El mercader de
Venecia”, en la ingratitud filial y las miserias humanas de “El
rey Lear”, en los peligros de la desmedida ambición de “Macbeth”,
en la sumisión de la mujer a su esposo de “La fierecilla domada”,
en el desencanto y la sobrevenida misantropía de “Timón de
Atenas”, en la ley del talión de “Medida por medida”, en el
triunfo del amor frente a las rivalidades familiares de “Romeo y
Julieta”, en el dolor, la duda, la traición y la venganza de
“Hamlet”, en la virtud asediada por las calamidades de “Pericles,
príncipe de Tiro” o en la destrucción del amor por los celos de
“Otelo”. En definitiva, una veintena de cuentos escritos con una
prosa deudora del romanticismo, muy apropiados para que su lectura
sea del agrado de los jóvenes -y adultos- y de paso sirva para que
puedan perder el miedo de enfrentarse posteriormente a las versiones
originales de uno de los grandes clásicos de la literatura.
Incluso es interesante
detenerse en el Prefacio escrito por los autores, pues de su
chirriante anacronismo –por ejemplo, la prohibición a las
“jovencitas” de hacer uso de la biblioteca paterna, frente a la
autorización a los jóvenes varones- se desprende la moral de una
época que nuestros nuevos lectores también deben conocer.
Igualmente, las notas a pie de página que se incluyen al principio
de cada cuento nos informan del año de su escritura y de que la
mayoría de las obras escritas por Shakespeare están basadas en
hechos históricos, leyendas, cuentos tradicionales u obras de algún
escritor anterior.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 5 de noviembre de 2016)
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