Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 13 de agosto de 2016

El disfrute de la lectura


Antología de relatos fantásticos españoles
Edición de Marina P. Aranda
Anaya, 2016


          Es de común acuerdo suponer que la literatura española se nutre principalmente de obras consideradas realistas, aquellas que tienen la intención de reflejar la realidad de forma más o menos fidedigna, obviando para ello el recurso literario a la imaginación o la fantasía. Esta impresión seguramente se da por comparación con otras literaturas -por ejemplo, las procedentes del norte de Europa o del Oriente- que en sus respectivas tradiciones cuentan con una mayor producción de esas obras que convencionalmente se enmarcarían dentro del género fantástico. Sin embargo -como bien se apunta en la introducción a esta “Antología de relatos fantásticos españoles”, edición de Marina P. Aranda, Anaya (2016)-, en la literatura española también se encuentran obras en las que la imaginación y la fantasía son el medio que el autor utiliza para expresar la “realidad” que quiere contar. Incluso en autores considerados decididamente realistas -como veremos, Galdós o Delibes- podemos hallar narraciones características de la literatura fantástica. 
"El miserere", G.A. Bécquer
          De ahí que sea de celebrar la aparición de esta Antología -específicamente dedicada al público juvenil-, en la que se muestran cronológicamente algunos relatos fantásticos que representan la incursión de la literatura española en este género. El libro se inicia con el título “Lo que sucedió a un deán de Santiago con don Illán, el maestro de Toledo”, narración incluida entre los “ejemplos” de “El Conde Lucanor”, escritos por el infante don Juan Manuel en 1335. Sigue con “El endriago”, episodio sacado del Amadís de Gaula (1300), libro de caballerías que sirvió para secarle los sesos a don Quijote. Del Barroco la Antología incluye “Vida y sueño se mezclan” (1603), una breve narración de Agustín de Rojas Villandrando, “La posada del mal hospedaje”, episodio de “El peregrino en su patria” (1604), novela bizantina de Lope de Vega, y “El estudiante Lisardo” (1658), relato breve de Cristóbal Lozano. Como representantes del Romanticismo, período en el que se da un especial impulso al género fantástico, en este libro se suceden “La pata de palo” (1835), un cuento humorístico de José de Espronceda, y “El miserere” (1862), un relato de terror de Gustavo Adolfo Bécquer. En el realismo del final del siglo XIX se “colaron” narraciones fantásticas como “La conjuración de las palabras” (1686), alegoría de Benito Pérez Galdós, “Cuento futuro” (1886), un relato satírico de ciencia ficción de Leopoldo Alas “Clarín”, y “Rosarito” (1895), novela corta de Valle-Inclán. Ya en el siglo XX, tenemos “El que se enterró” (1908), relato existencial de Miguel de Unamuno, “El otro hombre” (1954), cuento de Miguel Delibes, y “Los libros vacíos” (1997), un relato representativo de José María Merino, autor contemporáneo que destaca precisamente por sus incursiones en el género fantástico.
Como toda antología, podría haber sido otra la selección de las obras, pero creo que las narraciones escogidas suponen un acertado repaso de la literatura fantástica española a través de sus diferentes períodos históricos, teniendo además la cualidad de reflejar la variedad de elementos que pueden tener cabida en este género, como son la aparición de seres sobrenaturales u objetos mágicos, la perturbadora presencia del fantasma, la confusión entre vigilia y sueño, las elucubraciones de la ciencia ficción, la estremecedora amenaza de la muerte o el castañeteo de dientes confundido en la misma mueca con la carcajada malévola.
El propósito eminentemente didáctico de esta antología hace que se complete la edición con una interesante introducción y un análisis de cada obra –incluida una breve semblanza del autor- con el objetivo declarado de “fomentar el disfrute de la lectura en las aulas”.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 13 de agosto de 2016)




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