Sombras de la Plaza Mayor
Rosa Huertas
Edelvives. Zaragoza, 2015
Las buenas historias sólo suceden en el lado oscuro de la vida. A
la luz del día, en los lugares transitados por la gente corriente,
no ocurre nada que sea digno de ser contado. Sobre este discutible
tópico -serían innumerables los ejemplos de obras maestras de la
literatura que se han creado a partir de lo que pasa en el “lado de
acá”, justamente en esos prosaicos momentos en los que parece no
pasar nada-, Rosa Huertas ha escrito, sin embargo, una apreciable
novela destinada el público juvenil.
Gonzalo, un estudiante de
bachillerato que suele pasar a menudo por la Plaza Mayor de Madrid en
busca de ideas para cumplir su deseo de ser escritor, se encuentra
allí un día con un misterioso pintor que precisamente le habla del
poco “interés literario” que tiene a esa hora de la tarde un
escenario sólo poblado de camareros y turistas. Le advierte de que
sólo en ese tiempo en el que “aparecen las sombras, los
desheredados, los criminales, los que realmente tienen una historia
intensa a sus espaldas, los muertos vivientes, los tipos que reniegan
de la luz y se escudan en la oscuridad para protegerse de la vida”,
es cuando el joven aspirante a escritor, que lleva un cuaderno por si
en el momento menos esperado le viene la inspiración, podrá
encontrar “algo digno de contar”. Para comprobarlo es invitado
por Rodrigo, el extraño pintor, a que se pase por la Plaza Mayor el
próximo miércoles a las cinco de la madrugada, pero sus
intenciones, como sabrá más adelante, serán otras.
Esa noche Gonzalo descubre la
existencia de los “habitantes de las tinieblas”, los indigentes
que a duras penas pueden guarecerse del frío bajo los soportales de
la plaza. Forman una especie de poblado nocturno de fantasmas que
parecen tener su equivalencia con otros fantasmas que, según le
cuenta Rodrigo, todavía arrastran el dolor de su existencia pasada
bajo los adoquines de la plaza. Así parece haber un paralelismo
entre las sombras que ahora deambulan en la noche y las sombras que
proceden de los relatos y leyendas de la Historia. Muchos de ellos
son desconocidos para la mayoría de la gente que a diario circula
por las calles de Madrid, como la noticia de los gorriones atrapados
en el interior de la estatua de Fernando III que se erige en el
centro de la Plaza Mayor, o el sangriento suceso ocurrido en 1834 en
el Instituto San Isidro, relatado por Galdós en el “episodio
nacional” Un faccioso
más y algunos frailes menos. En
ese instituto precisamente estudia Gonzalo y es donde conoce a Inés,
una nueva alumna aficionada a las historias truculentas, por la que
empezará a sentir una atracción más allá de la mera amistad. La
misteriosa relación que tienen Inés y Rodrigo, la dramática
biografía del pintor, la siniestra aparición de algún personaje
con las trazas y las intenciones de un vampiro, el jeroglífico que
los llevará a perderse por los pasadizos olvidados bajo la plaza,
lograrán, entre otros descubrimientos, que Gonzalo
sea testigo y protagonista de una serie de historias que se suceden
tanto en su vida actual como en la imaginación alimentada por los
relatos que hace Rodrigo, de manera que pasado y presente, realidad y
ficción se van imbricando en la vida del joven estudiante hasta
conformar, curiosamente, la novela que aspiraba a escribir.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 30 de enero de 2016)
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