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Relatos de Marcelo Matas de Álvaro incluidos en el libro Mina de Palabras.
AEA. Oviedo, 2015 |
DITIRAMBO BATE A
ROCABRUNO
A Gonzalo Suárez
En la playa de Arnáu los futbolistas jugaban
como curas con sotana, buscando todo el tiempo el balón enredado en el nudo de
sus propios pies. No alzaban la vista para otear los improbables desmarques de
algún compañero ni mucho menos para advertir el acoso o la casual llegada de un
contrario. En su descargo, primero traté de disculparlos con la excusa del
viento, el mayor enemigo de la pelota en las playas del Norte, pero en seguida
pensé que eso no les podía ocurrir a dos equipos tan duchos en estas lides. Se
trataba nada más y nada menos que del Ditirambo y del Rocabruno, dos clubes
acostumbrados a bregar en los más prestigiosos campeonatos amateur con los que
cuenta la Cornisa Cantábrica.
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Partido de fútbol en el Campo de la Mina. Arnáu |
Entonces me acordé de una película
en la que dos boxeadores se pasan el combate mirándose los pies, como si en el
torpe jeroglífico que dibujaban sus cortos pasos no estuviera tanto la clave de
la victoria como el arcano que debían descifrar para eludir la derrota.
Peleaban H.H., el “Mago”, y G.S., el “Resbaladizo”. Los dos venían sin pasado,
esto es, de un pasado desconocido por el espectador, a quien los púgiles se le
aparecían en la pantalla apenas como dos sombras que simulaban luchar en el
empeño de no encontrarse con el otro. Se esforzaban los puños por prodigar sólo
al aire sus golpes certeros, mientras que sus respectivas miradas se
tambaleaban al tratar de esquivar la presencia del rostro del contrario. Como
dos boxeadores sonados, en cada asalto se abrazaban cinco segundos antes de que
se oyera la campana del ring.
Al final el Ditirambo ganó al
Rocabruno sin saber cómo. Cuando quise preguntar, todos los jugadores y el
público ya habían alzado la vista del suelo para seguir bebiendo. Brindé por el
Mago y el Resbaladizo, por el embriagador hallazgo de lo no sospechado.
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Gonzalo Suárez |
MI CORAZÓN BAJO EL AGUA
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Interior del castillete de la Mina de Arnáu |
Mi abuelo me contó tantas veces la vida en esta mina que podría
recorrerla de memoria, sin necesidad de que tú y yo tengamos que ir
ahora de la mano siguiendo las indicaciones del guía, unidos a un
grupo que seguramente habrá entrado aquí por el mismo interés con
el que todos los turistas visitan cualquier otro museo o paraje que
les indique el folleto que les entregaron en el hotel, sin saber de
antemano lo que yo a ti también te he contado tantas veces y que
ahora me dispongo a enseñarte, la majestuosa presencia del
centenario castillete de madera por donde se baja al pozo abuelo,
llamado así por ser el primer pozo vertical que se construyó en una
mina de esta región, las galerías con ladrillos ennegrecidos por la
carbonilla que se desprendía de las vagonetas tiradas por mulas
ciegas, el olor a huevos podridos que aún se desprende de la humedad
y de lo que entonces llamaban el gas mofeta, el eco de los picos
contra la pared, de los martillos clavando los postes que sujetan el
techo, de los guajes recogiendo el carbón caído entre los raíles, de las voces del capataz siempre advirtiendo de la obligación de
trabajar más y más rápido, del silencio, sobre todo el eco del
silencio que endurecía los oídos después de una explosión, alguna
de aquellas de las que no le daba tiempo a avisar al penitente o al
canario para que pudieran correr todos hacia la salida de la mina que
daba al mar, hacia la puerta de la salvación y también del deseo,
de la posibilidad de soñar con viajar más allá, al lejano
territorio de donde volvían enriquecidos los indianos..., pero ahora
yo veo también las últimas galerías sumergidas bajo el agua y
lamento no poder enseñarte el corazón que mi abuelo dejó grabado
con su navaja en un puntal, el mismo corazón que en este momento,
cuando los turistas están distraídos escuchando al guía, yo vuelvo
a grabar en este poste con aquellas letras, las mismas iniciales que
llevamos nosotros en nuestros nombres, tanto en el mío como en el de
mi esposa muerta.
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Galerías de la Mina de Arnáu |
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