INGENIOS
Philipe
Brasseur
Editorial
Anaya. Madrid, 2014
69
páginas
Vivimos
en la época del pensamiento creativo y de la educación emocional.
Estamos en un momento en el que -a veces a trancas y barrancas- se
abre paso el convencimiento de que para lograr el tan ansiado éxito
académico, profesional o personal no basta con la puesta en
funcionamiento de lo que se ha venido en llamar “inteligencia
convergente” (pensamiento lógico, convencional o racional), sino
que es preciso desarrollar la “inteligencia divergente”, aquella
que pretende buscar soluciones diferentes o creativas para resolver
los problemas a los que nos enfrenta la vida. A partir de esta idea
los departamentos de recursos humanos de muchas empresas no sólo
buscan a los profesionales con la cualificación necesaria (las
competencias convencionales) para el desempeño de un determinado
trabajo, sino que procuran atraer a aquellos que además demuestren
tener la capacidad de generar nuevas soluciones, de abrir su mirada
para poder aportar, desde una perspectiva más amplia, ideas
originales. Sin embargo, la escuela -ámbito especialmente propicio
para ello- todavía se resiste a fomentar, como un elemento
fundamental en el desarrollo integral del individuo, la creatividad
en el quehacer cotidiano de los alumnos. A menudo la educación se
centra de forma casi exclusiva en el rendimiento académico, en la
mera consecución de los aprendizajes que marca el currículo,
dejando a un lado la necesidad de fomentar un pensamiento más
creativo, aquel que sin duda contribuye a alcanzar un mayor
desarrollo de todas las características personales de los chavales.
De
ahí que celebremos la aparición de este libro de Philippe Brasseur
titulado con acierto “Ingenios” (Anaya, 2014). Partiendo de una
breve semblanza de grandes personajes considerados genios, pretende
de una forma didáctica y original favorecer la creatividad de los
más pequeños. Así, el joven lector puede aprender de estos genios
si “estimula su curiosidad, usa su imaginación y actúa con
determinación”. Para ello debe estar atento para anotar sus ideas
como Leonardo Da Vinci, observar como Alexander Fleming, preguntarse
las cosas como Charles Darwin, mirar de manera diferente como Charles
Chaplin, encontrar el orden en el desorden como Dimitri Mendeléiev,
dirigirse hacia lo desconocido como Cristóbal Colón, crear vínculos
entre las cosas como Buffon, lanzarse a la anormalidad como Salvador
Dalí, acostumbrarse a los cambios como Heráclito, buscar múltiples
respuestas como Thomas Edison, imaginar lo imposible como John
Lennon, inspirarse en la naturaleza como Antonio Gaudí, salirse de
los caminos trillados como Igor Stravinsky, pensar al revés como
Nicolás Copérnico, combinar cosas diferentes como Johannes
Gutenberg, volver a los clásicos como Pablo Picasso, hacer que lo
ordinario se convierta en extraordinario como René Magritte, pensar
en imágenes como Albert Einstein, confiar en su subconsciente como
Sigmund Freud, producir sin parar como Marcel Proust, perseguir un
gran proyecto como Martin Luther King, trabajar con método como
Agatha Christie, perseverar a pesar de los fracasos como Vicent Van
Gogh, buscar ideas en equipo como Walt Disney, variar las técnicas
de invención como Marcel Duchamp o conocerse a si mismo como
Sócrates. Y, por supuesto, cartografiar sus ideas como ¡tu cerebro!
Un
libro entretenido y divertido, plagado de frases ingeniosas (“Esperad
lo inesperado o, de lo contrario, nunca llegará”, dijo Heráclito),
juegos y ejercicios de ingenio, adivinanzas, anécdotas, ideas en
escalera, actividades para probar diferentes maneras de inventar o de
copiar de forma creativa, consejos prácticos para la vida cotidiana,
pistas para buscar nuevas soluciones. En definitiva, una variedad de
atractivas propuestas para que los más pequeños aprendan a pensar
de manera diferente.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 24 de mayo de 2014)
Quizá haga falta más inteligencia divergente en la organización de la escuela, en la forma en la que presentamos el mundo a la siguiente generación, en no moldear a los niños a la escuela sino que la escuela tome la forma que cada niño merece... Seguro que eres muy divergente en este sentido , - )
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