Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 24 de mayo de 2014

Cómo fomentar la creatividad


INGENIOS
Philipe Brasseur
Editorial Anaya. Madrid, 2014
69 páginas


     
       Vivimos en la época del pensamiento creativo y de la educación emocional. Estamos en un momento en el que -a veces a trancas y barrancas- se abre paso el convencimiento de que para lograr el tan ansiado éxito académico, profesional o personal no basta con la puesta en funcionamiento de lo que se ha venido en llamar “inteligencia convergente” (pensamiento lógico, convencional o racional), sino que es preciso desarrollar la “inteligencia divergente”, aquella que pretende buscar soluciones diferentes o creativas para resolver los problemas a los que nos enfrenta la vida. A partir de esta idea los departamentos de recursos humanos de muchas empresas no sólo buscan a los profesionales con la cualificación necesaria (las competencias convencionales) para el desempeño de un determinado trabajo, sino que procuran atraer a aquellos que además demuestren tener la capacidad de generar nuevas soluciones, de abrir su mirada para poder aportar, desde una perspectiva más amplia, ideas originales. Sin embargo, la escuela -ámbito especialmente propicio para ello- todavía se resiste a fomentar, como un elemento fundamental en el desarrollo integral del individuo, la creatividad en el quehacer cotidiano de los alumnos. A menudo la educación se centra de forma casi exclusiva en el rendimiento académico, en la mera consecución de los aprendizajes que marca el currículo, dejando a un lado la necesidad de fomentar un pensamiento más creativo, aquel que sin duda contribuye a alcanzar un mayor desarrollo de todas las características personales de los chavales.
         De ahí que celebremos la aparición de este libro de Philippe Brasseur titulado con acierto “Ingenios” (Anaya, 2014). Partiendo de una breve semblanza de grandes personajes considerados genios, pretende de una forma didáctica y original favorecer la creatividad de los más pequeños. Así, el joven lector puede aprender de estos genios si “estimula su curiosidad, usa su imaginación y actúa con determinación”. Para ello debe estar atento para anotar sus ideas como Leonardo Da Vinci, observar como Alexander Fleming, preguntarse las cosas como Charles Darwin, mirar de manera diferente como Charles Chaplin, encontrar el orden en el desorden como Dimitri Mendeléiev, dirigirse hacia lo desconocido como Cristóbal Colón, crear vínculos entre las cosas como Buffon, lanzarse a la anormalidad como Salvador Dalí, acostumbrarse a los cambios como Heráclito, buscar múltiples respuestas como Thomas Edison, imaginar lo imposible como John Lennon, inspirarse en la naturaleza como Antonio Gaudí, salirse de los caminos trillados como Igor Stravinsky, pensar al revés como Nicolás Copérnico, combinar cosas diferentes como Johannes Gutenberg, volver a los clásicos como Pablo Picasso, hacer que lo ordinario se convierta en extraordinario como René Magritte, pensar en imágenes como Albert Einstein, confiar en su subconsciente como Sigmund Freud, producir sin parar como Marcel Proust, perseguir un gran proyecto como Martin Luther King, trabajar con método como Agatha Christie, perseverar a pesar de los fracasos como Vicent Van Gogh, buscar ideas en equipo como Walt Disney, variar las técnicas de invención como Marcel Duchamp o conocerse a si mismo como Sócrates. Y, por supuesto, cartografiar sus ideas como ¡tu cerebro!
        Un libro entretenido y divertido, plagado de frases ingeniosas (“Esperad lo inesperado o, de lo contrario, nunca llegará”, dijo Heráclito), juegos y ejercicios de ingenio, adivinanzas, anécdotas, ideas en escalera, actividades para probar diferentes maneras de inventar o de copiar de forma creativa, consejos prácticos para la vida cotidiana, pistas para buscar nuevas soluciones. En definitiva, una variedad de atractivas propuestas para que los más pequeños aprendan a pensar de manera diferente.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 24 de mayo de 2014)










1 comentario:

  1. Quizá haga falta más inteligencia divergente en la organización de la escuela, en la forma en la que presentamos el mundo a la siguiente generación, en no moldear a los niños a la escuela sino que la escuela tome la forma que cada niño merece... Seguro que eres muy divergente en este sentido , - )

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