Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 15 de marzo de 2014

La fantástica vida de los juguetes


El cascanueces
E.T.A. Hoffmann
Ilustraciones: Éric Puybaret
Editorial Edelvives. Zaragoza, 2013


            E.T.A. Hofmann (1776-1822), jurista de profesión, fue un polifacético autor romántico que ejerció con desigual fortuna las artes de compositor, dibujante, pintor, cantante y, por supuesto escritor, actividad con la que logró alcanzar más significación posterior gracias a su influencia sobre escritores de la talla de Victor Hugo o Edgar Allan Poe. Como músico compuso para teatro, sinfonías y ballets, además de su propia ópera Ondina a partir de un libreto basado en un cuento fantástico. En su labor literaria destacan las novelas cortas que fueron reunidas en los dos volúmenes de sus “Piezas fantásticas” (1815) y la novela “Los elixires del diablo” (1816). La doble faceta de Hoffmann como músico y escritor se vio recompensada en 1951 con la adaptación a la ópera de “Los cuentos de Hoffmann”. Asimismo, el ruso Tchaikovsky compuso en 1892 la música para el célebre ballet “El cascanueces”, cuyo libreto se basa en el cuento que nos ocupa.
            La adaptación de la obra de Hoffmann “El cascanueces y el rey de los ratones” que nos presenta la editorial Edelvives en una deliciosa edición ilustrada por las siempre imaginativas estampas de Éric Puybaret, acerca con fidelidad y acierto este cuento clásico a los jóvenes lectores. El argumento parte de un día de nochebuena, en el que el señor Drosselmeier, padrino de los niños Marie y Fritz, hace un montón de regalos a los chicos para celebrar como cada año tan señalado día. Entre ellos se encuentra un gran palacio de juguete, habitado por unas figurillas que se asemejan a los niños, a los padres y al propio Drosselmeier. Pero Marie se fija en un extraño personaje de madera con un uniforme pintado sobre su cuerpo y cuyos ojos, dientes y mandíbula inferior destacan por su enorme tamaño. Drosselmeier le muestra a la niña cómo el muñeco es capaz de cascar nueces con su gran boca accionando una palanca que lleva en la espalda, pero entonces Fritz coge el hombrecillo y rompe los dientes del cascanueces al intentar partir una nuez que no cedía. Marie se enfada y, cuando todos se han ido a dormir, se lleva a su figurilla herida para cuidarla en la vitrina del salón. De pronto, aparecen por todos los lados unas misteriosas sombras que se acercan a Marie hasta que comprueba asustada que se trata de ratones, cientos de ratones capitaneados por el Rey de los ratones, quien le dice a la niña que están allí para comerse todos los dulces de la casa. En ese momento de la vitrina salen los juguetes que mandados por el Cascanueces forman un ejército que logra vencer y echar de la habitación a todos los ratones. El Cascanueces ofrece a Marie su victoria y la invita a visitar su lejano país montada en un trineo que surca el firmamento nocturno.
            Aquí parece acabar este cuento de hadas, pero sigue la fantasía en la realidad o en el sueño de la niña, en la historia que le contará el señor Drosselmeier sobre un reino lejano, donde aparece un antepasado del padrino con un sospechoso parecido al cascanueces de juguete.
El cascanueces es buena muestra de los cuentos de Hoffmann, caracterizados por estar envueltos en un halo extravagante y sobrenatural, donde lo irracional, unido al sobresalto y al misterio típico del Romanticismo, se combina con un cierto realismo cotidiano que logra imprimir a su obra las dosis precisas de desasosiego para deleite y susto del lector.



(Publicado en el suplemento Culturas de  El Comercio y La Voz de Avilés. 15 de marzo de 2014)


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