CUENTOS Y LEYENDAS DEL MAR
Vicente Muñoz Puelles
Anaya. Madrid, 2013
Como bien dice el autor en el
Apéndice a esta colección de cuentos, el planeta al que llamamos Tierra debería
llamarse planeta Océano. Sin embargo, esta apreciación basada en la evidencia
de que tres partes de su superficie están cubiertas de agua, no podía ser
considerada en la época en que se bautizó nuestro planeta, un tiempo en el que todavía
no se había descubierto toda la inmensidad del ancho mar y en el que la
extensión más grande para el hombre de entonces era precisamente la sólida tierra
que pisaba. De ahí que la dimensión –tanto en la superficie como en su
profundidad- desconocida de las aguas hiciera concebir a los antiguos
pobladores la propia existencia de este espacio como un territorio mítico, por
sí solo capaz de ser a la vez protagonista, argumento y escenario de las
historias que empezaron a imaginar los primeros narradores de los que tenemos
noticia.
A la tarea de acercar a los jóvenes
lectores de ahora estas historias y algunas de las que más tarde se siguieron imaginando
y contando, se ha dedicado con acierto Vicente Muñoz Puelles (Valencia, 1948) en
este libro que consigue hacer un recorrido bastante fiel por los cuentos y
leyendas del mar más señalados de todos los tiempos. Sin ánimo de ser
exhaustivo -tal empeño sería imposible-, esta antología adapta algunas de las
narraciones más conocidas para que sea el propio lector el que más adelante se
atreva a sumergirse en la verdadera profundidad de los relatos. Así, “El
diluvio y el arca” no sólo hace referencia a la famosa narración bíblica, sino que
también enlaza la leyenda con otras similares aparecidas en Babilonia, Grecia o
la India , y con
las expediciones arqueológicas que han ido en busca del arca al monte Ararat;
en “Jonás y la ballena” se cuenta la razón por la cual se apela al maleficio de
Jonás cuando una desgracia sucede a bordo de un barco; “¿Dónde está la Atlántida ?” indaga en el
mito griego y en la descripción de Platón para seguir con la fascinación que
aún produce el enigma del continente sumergido; en “Las sirenas” se relata el
célebre episodio de Ulises, la aventura de Jasón y los argonautas, el relato de
Heródoto y las sirenas con cola de pez y el viaje en el que la tripulación de Colón
creyó ver sirenas junto al barco; en “Serpientes de mar y pulpos gigantes” se
presentan algunos de los monstruos marinos que atormentaban la imaginación de
los navegantes, como la rémora, el kraken o la serpiente marina; “Islas que
aparecen y desaparecen” muestra leyendas en las que islas donde desembarcan los
marinos, de pronto parecen cobrar vida al hundirse con ellos al fondo del mar; en
“El Holandés Errante” se relatan algunas de las versiones sobre la leyenda del
barco fantasma condenado eternamente a navegar sin rumbo; “La leyenda de Nanaue”
cuenta la historia hawaiana del hombre tiburón y la hermosa joven Kalei; “La
leyenda de Sedna” se presenta como “madre de todas las leyendas marinas”, inventada
por los pescadores esquimales para concebir a la diosa que les proporciona los
animales marinos; en “Los cangrejos Heike” se recuerda la batalla naval
ocurrida en las costas de Japón entre dos clanes de samurais; en “La leyenda de
Mocha Dick” se narra la aventura de la caza de un gran cachalote blanco,
antecedente de la conocida novela de Melville; “El hombre que pescó el pez más
grande” cuenta, en fin, el encuentro del narrador con Gregorio Fuentes, el
pescador que inspiró el relato de Hemingway “El viejo y el mar”.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 26 de octubre de 2013)
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