PARQUE MUERTE
Fernando Lalana
Editorial Edebé. Barcelona, 2012
228 páginas
Desde siempre la literatura dirigida
al público infantil y juvenil se ha servido de la fascinación de los pequeños
por la muerte. También, claro está, la dedicada a los adultos, pues en última
instancia toda creación del hombre se nutre de ese miedo a lo desconocido y de
la elucubración con lo que se encuentra al otro lado de esa frágil frontera que
nos separa del más allá. Cualquiera sabe –porque todos hemos sido niños- que esa
fascinación infantil por la muerte es una mezcla de atracción y repulsa, de un
paradójico impulso que nos lleva a la vez a acercarnos y alejarnos de la
cuestión esencial de la vida. Después de un tiempo en que –con el errado
pretexto de la protección a la infancia- hubo un intento de edulcorar los
cuentos clásicos con argumentos aguados y finales felices, actualmente se ha
impuesto en la literatura infantil y juvenil la moda de las novelas de zombis,
vampiros y otros seres espectrales, que, con desigual fortuna, han tratado de entretenernos
con el misterio que se oculta tras ese lado oscuro.
En esa línea se mueve el Premio
Edebé de Literatura Infantil 2012 concedido a “Parque Muerte”, de Fernando
Lalana (Zaragoza, 1958). A partir de una original idea, en la que una empresa armamentística
–para lavar su imagen pública- decide reconvertir un parque de atracciones en
un espacio temático dedicado a la muerte, se desarrolla una trama detectivesca
que tratará de aclarar un extraño suceso que ocurre todos los días en el
parque. Para ello, la empresa contrata a la detective Lola Andrade, que en el
pasado prestó servicio en la
Legión y que, por tanto, posee un bizarro currículo como
“novia de la muerte”. Con la agilidad narrativa a la que acostumbra Fernando
Lalana en su ya larga trayectoria como escritor de LIJ, la novela traza la
intriga que exige el argumento mezclando el suspense con el terror y el humor.
Y el amor, un amor imposible, que es la sorpresa que le espera al lector –a
partir de 11 años- que se atreva a pasar un día de “diversión” entre las macabras
atracciones de Parque Muerte.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 30 de junio de 2012)
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