Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 12 de febrero de 2011

Dos cuentos de Miguel Hernández


“DOS CUENTOS PARA MANOLILLO “
MIGUEL HERNÁNDEZ
Editorial Pictografía. Murcia, 2009.
Edición facsímil



            En la vida de Miguel Hernández, tan cargada de sucesos dramáticos, conmueve hasta las lágrimas la escena en la que el poeta, al terminar una visita de Josefina Manresa en la cárcel de Alicante, quiere entregarle a su hijo un libro que ha escrito para él. Podemos imaginar, en medio de la oscura soledad del poeta, el rayo de ilusión que le ofrecía la posibilidad de ver la risa de su hijo, la “luz que proclama la victoria del trigo sobre la grama”. Pero, con el mismo desdén y frialdad del desalmado régimen al que sirve, el carcelero se lo quita y se lo da a Josefina, evitando así la íntima satisfacción que para Miguel Hernández suponía dar el libro en propia mano a su hijo, transmitir de piel a piel la profunda cualidad de lo creado. Podemos hacernos una somera idea de la desolación del poeta al ser privado del contacto físico, incluso de la mínima cercanía para poder entregarle emocionado (a través de ese libro acompañado tal vez por algunas palabras “hondas como un beso”) un legado de esperanza dentro del dolor de la enfermedad y de la muerte, que ya tan próxima barruntaba.

El libro, encuadernado por el mismo poeta con tapas duras, se titulaba “Dos cuentos para Manolillo”, con el añadido entre paréntesis “Para cuando sepa leer”. Los cuentos eran “El potro obscuro” y “El conejito”, que Miguel Hernández había traducido del inglés y escrito a mano con letra redondilla y clara para que pudiera ser perfectamente legible por un niño pequeño. Unas sencillas ilustraciones realizadas por él mismo con acuarelas y ceras resaltan la belleza del texto.

“El potro obscuro” cuenta cómo precisamente “Potro-Obscuro” lleva sobre sus lomos a niños, niñas y animales a la gran ciudad del Sueño. Tiene reminiscencias del famoso cuento “Los músicos de Bremen”, y el eco que se repite, como una cantinela en la boca de los personajes (“Llévame, caballo pequeño, a la gran ciudad del sueño”), no es otro que la búsqueda de la libertad, el deseo de llegar a un lugar “donde no hay dolor ni pena”. “El conejito” es una fábula en la que un conejo se ve atrapado en un huerto por culpa de su glotonería. La referencia es “El cuento de Perico, el conejo travieso”, publicado por Hellen Beatrix Potter en 1902. A la agilidad de la narración contribuyen los pensamientos del conejo expresados en el texto en forma de diálogos, y a través de los cuales el pequeño lector puede sentir el deseo, la felicidad y el temor que el conejo va sintiendo. Son cuentos muy breves, de sonoridad poética, muy apropiados para contar antes de acostarse a niños pequeños que aún no saben leer o para primeros lectores, que seguramente encontrarán ese placer inicial que les llevará a adentrarse en el amor por la lectura. 



Con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de Miguel Hernández, esta edición facsímil incluye una preciosa introducción de Jesucristo Riquelme, quien también acompaña estos cuentos, en volumen aparte, con una breve biografía y una antología de sus poemas más conocidos, divididos en cuatro capítulos que corresponden con las épocas de su poesía.

Para completar el conocimiento de la obra y la vida de Miguel Hernández, se puede ofrecer a los jóvenes lectores biografías y antologías para niños, como “Mi primer libro sobre Miguel Hernández” (Anaya), de José Luis Ferris, “La vida y poesía de Miguel Hernández contada a los niños” (Edebé), de Rosa Navarro, “Miguel Hernández para niños” (Susaeta), “Miguel Hernández y los niños” (Everest), “Miguel Hernández para niños y niñas… y otros seres curiosos” (Ediciones La Torre).

(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 12 de febrero de 2011)

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