Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 26 de agosto de 2017

Cuentos de Miguel Hernández



Cuentos para mi hijo Manolillo
Miguel Hernández
Nórdica Libros. Madrid, 2017



            En la vida de Miguel Hernández, tan cargada de sucesos dramáticos, conmueve hasta las lágrimas la escena en la que el poeta, al terminar una visita de Josefina Manresa en la cárcel de Alicante, quiere entregarle a su hijo un libro que ha escrito para él. Podemos imaginar, en medio de la oscura soledad del poeta, el rayo de ilusión que le ofrecía la posibilidad de ver la risa de su hijo, la “luz que proclama la victoria del trigo sobre la grama”. Pero, con el mismo desdén y frialdad del desalmado régimen al que sirve, el carcelero se lo quita y se lo da a Josefina, evitando así la íntima satisfacción que para Miguel Hernández suponía dar el libro en propia mano a su hijo, transmitir de piel a piel la profunda cualidad de lo creado. Podemos hacernos una somera idea de la desolación del poeta al ser privado del contacto físico, incluso de la mínima cercanía para poder entregarle emocionado (a través de ese libro acompañado tal vez por algunas palabras “hondas como un beso”) un legado de esperanza dentro del dolor de la enfermedad y de la muerte, que ya tan próxima barruntaba.
El libro, encuadernado por el mismo poeta con tapas duras, se titulaba “Dos cuentos para Manolillo”, con el añadido entre paréntesis “Para cuando sepa leer”. Los cuentos eran “El potro obscuro” y “El conejito”, que Miguel Hernández había traducido del inglés. Su compañero de celda Eusebio Oca pasó a limpio los textos del poeta y se encargó de realizar unas sencillas ilustraciones con acuarelas para resaltar la belleza del texto. 
Portada original de Miguel Hernández

“El potro obscuro” cuenta cómo precisamente “Potro-Obscuro” lleva sobre sus lomos a niños, niñas y animales a la gran ciudad del Sueño. Tiene reminiscencias del famoso cuento “Los músicos de Bremen”, y el eco que se repite, como una cantinela en la boca de los personajes (“Llévame, caballo pequeño, a la gran ciudad del sueño”), no es otro que la búsqueda de la libertad, el deseo de llegar a un lugar “donde no hay dolor ni pena”. “El conejito” es una fábula en la que un conejo se ve atrapado en un huerto por culpa de su glotonería. La referencia es “El cuento de Perico, el conejo travieso”, publicado por Hellen Beatrix Potter en 1902. A la agilidad de la narración contribuyen los pensamientos del conejo expresados en el texto en forma de diálogos, y a través de los cuales el pequeño lector puede sentir el deseo, la felicidad y el temor que el conejo va sintiendo.
En este año en el que se cumplen los 75 de la muerte de Miguel Hernández, la editorial Nórdica nos presenta esos dos cuentos y dos más –“Un hogar en el árbol” y “La gatita Mancha y el ovillo rojo”- que también había escrito el poeta en la cárcel y cuya existencia no se dio a conocer hasta la celebración del centenario de su nacimiento en 2010. Los textos se acompañan con ilustraciones de Damián Flores, Sara Morante, Adolfo Serra y Alfonso Zapico. Esta primorosa edición se completa con un sucinto prólogo de Víctor Fernández y un apéndice con documentos originales de los cuentos y dibujos de Miguel Hernández.
Son cuentos muy breves, de sonoridad poética, muy apropiados para contar a niños pequeños que aún no saben leer o para primeros lectores, que seguramente encontrarán ese placer inicial que les pueda llevar a adentrarse en el amor por la lectura. 

(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 26 de agosto de 2017)




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