Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 10 de diciembre de 2016

Para disfrutar en compañía



El niño que se convirtió en coche”

 Marcelo Matas de Álvaro
 Editorial Juglar. Toledo, 2016



            Marcelo Matas ha escrito varios cuentos infantiles, el volumen de relatos “Ingenio lego” (de próxima publicación) y participado en varios libros colectivos.  Pertenece al Comité de Redacción de la revista “Platero”, una atalaya privilegiada para pulsar los gustos e inquietudes de los más pequeños, y es colaborador de “El Comercio” y de la revista digital “Literarias”. De su experiencia con este difícil público y su deseo de divertir y enseñar nace “El niño que se convirtió en coche”, cuento que acaba de ver la luz en la editorial Juglar dentro de su coqueta colección Mandarina.

            Escrito a fuego lento y con mirada de observador de patio de colegio, en el autor se nota una mano acostumbrada a tratar con el público infantil y juvenil y unos ojos también muy hechos al ámbito literario que nos ocupa, el de los niños que, lejos de las prisas y de las sagas literarias infantiles actuales -más preocupadas de vender cromos y merchandising que de labrar una buena historia-, saben que son niños y que no les apetece crecer. Y es que libros como éste, con una historia sencilla, basada en un hecho real, pero con un toque de ese período un poco surrealista que es la infancia, son los que han de acompañarnos al crecer, no tanto físicamente sino en cuanto a nuestra imaginación, la cual va configurándose a base de historias y experiencias desde esta primera y fundamental etapa de la vida.
            Destinado a un público a partir de 7 años, el cuento presenta a Luis, un niño al que le encantan los coches y que sufre una especie de metamorfosis kafkiana al encarnarse en un coche. Sus amigos también se convierten en otros objetos y juguetes como pelotas, muñecas, indios y vaqueros o dinosaurios. De toda esta locura infantil nace el sentimiento de compartir nuestros juegos con los demás, y la enseñanza -una de ellas- que este cuento nos muestra, la de que disfrutamos más en compañía de los demás, de que este mundo está hecho para compartir, y ya desde la infancia debemos saberlo y obrar en consecuencia.
Ilustración de Mónica de Íscar
            La joven ilustradora Mónica de Íscar representa en dibujos la historia sin por ello utilizar las tan manidas alharacas técnicas de otras colecciones, sin tintas fluorescentes ni dibujos prediseñados, pero con un buen hacer sabiendo sumergir al lector en ese mundo infantil dulce, despreocupado y sin aristas, consiguiéndose así un cuento escrito para leer, pero también para contar y recontar, ya que tiene la longitud ideal para no cansar, pero sí para sumergir en un mundo de sueños a los niños y adultos que se acerquen a conocer la asombrosa aventura de Luis, el niño que se convirtió en coche.
            Esta historia no solo es recomendable para maestros y bibliotecarios, sino que también -les aseguro- hará las delicias de los padres, madres, abuelos, tíos, primos y hermanos que se acerquen a ella, ya que tiene el tamaño perfecto para ser disfrutada una y mil veces antes de ir a la cama, durante un viaje, antes de jugar o en el tiempo diario de lectura, ya que a buen seguro no cansará a los más pequeños que se acerquen a ella, niños y niñas a quienes les encanta soñar, pero siendo conscientes los adultos que compartimos con ellos ese momento mágico que conlleva abrir un libro, de que tenemos que alimentar esos sueños con historias como ésta, sencillas, tiernas, encantadoras y que enseñen algo. Este es el caso. Disfrútenlo.



(Reseña publicada por David Fueyo en el suplemento Culturas de El Comercio La Voz de Aviles. 10 de diciembre de 2016)




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