Los
descazadores de especies perdidas
Diego
Arboleda – Raúl Sagospe
Anaya,
2015
Después de su celebrada obra “Prohibido leer a Lewis Carroll”
(Anaya, 2013, galardonada con el Premio Lazarillo), el escritor Diego
Arboleda y el ilustrador Raúl Sagospe vuelven a sorprendernos con
otra historia donde la originalidad del relato, las situaciones
inverosímiles y el desfile de personajes estrafalarios se ponen de
acuerdo para lograr el primer objetivo que debe perseguir cualquier
obra destinada a los jóvenes -y a los mayores- lectores: conseguir
que disfruten con su lectura, que lo que se cuenta y la forma de
contarlo atraigan de tal manera que el lector sienta la imperiosa
necesidad de seguir leyendo.
En “Los descazadores de especies perdidas” (Anaya, 2015) nos
encontramos en los “años del vapor”, un tiempo en el que
“existió un tipo de gente excepcional que nunca aparece en los
libros de historia”. Como Minerva Vapour -última descendiente de
una familia de genios-, que se sirve del aparato de inteligencia
artificial llamado “Mismo mecanismo” para enviar desde su torre
mensajes escritos en hojas de otoño a los “niños borrosos” que
juegan en el patio de la escuela. Como el señor Bisiesto -llamado
así por haber nacido un 29 de febrero-, que vive en un pequeño
pueblo del Pirineo conocido como Val de V porque allí de una manera
u otra todo está relacionado con la letra V: la forma del valle, el
vino que sale de las viñas que se cultivan en la vega y sobre todo
los nombres y apellidos de todos los vecinos, cuyas iniciales deben
ser una V, menos las del señor Bisiesto, quien, tal vez para
compensar esa carencia, en el día de su cumpleaños recibe un
paquete con una misteriosa válvula. Como Victoria Vapour -una
inventora con melena de rizos pelirrojos-, que se rebeló contra la
ley de la gravedad al inventar una máquina voladora que después de
sobrevolar en misión secreta sobre la Ciudad Prohibida de China, fue
a aterrizar al recóndito valle Val de V.
Como Iris Vapour -bisabuela de Minerva e inventora del brazo articulado “Mismo mecanismo”-, que presenta en la Exposición Universal de París de 1867 el artefacto conocido como Atenea, la lechuza autómata, con tanto éxito que logró llamar incluso la atención del mismísimo Napoleón III. Como William Aimer de Murk -heredero de una estirpe de nobles cazadores ingleses-, que entre estornudo y estornudo logró sacar una fotografía al zorro blanco de las ciénagas de Murk, el fantasma de una especie de zorros dada por desaparecida. Como Zazia -nieta de Zazel, la primera mujer bala de la historia-, que se lanzó al espacio para encontrarse en pleno vuelo con su amigo el dibujante Benvenuto Farini, también conocido como el Invisible Chico Tímido.
Como Iris Vapour -bisabuela de Minerva e inventora del brazo articulado “Mismo mecanismo”-, que presenta en la Exposición Universal de París de 1867 el artefacto conocido como Atenea, la lechuza autómata, con tanto éxito que logró llamar incluso la atención del mismísimo Napoleón III. Como William Aimer de Murk -heredero de una estirpe de nobles cazadores ingleses-, que entre estornudo y estornudo logró sacar una fotografía al zorro blanco de las ciénagas de Murk, el fantasma de una especie de zorros dada por desaparecida. Como Zazia -nieta de Zazel, la primera mujer bala de la historia-, que se lanzó al espacio para encontrarse en pleno vuelo con su amigo el dibujante Benvenuto Farini, también conocido como el Invisible Chico Tímido.
Algunos de estos personajes vuelven a aparecer en el último
capítulo, donde ciertos hechos aparentemente disparatados que han
ido sucediendo en el libro se encuentran para dar sentido al título
de la novela. Así, los animales que se dan por desaparecidos en la
“Galería ilustrada” -el caracara, el guará, el dodo y otros
incluidos en el “Catálogo de especies perdidas”- que inicia cada
capítulo, van a ser “descazados” utilizando uno de aquellos
extraños ingenios.
En este libro las expresivas ilustraciones de Raúl Sagospe no
cumplen la mera función de acompañar al divertido texto de Diego
Arboleda, sino que forman parte de la propia trama, de una historia
magnífica que sin duda hará las delicias de unos lectores que
también podrán entender la novela como una maravilla más de
aquellos años del vapor.
(Publicado en el suplemento Cuturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 27 de febrero de 2016)
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