Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 28 de julio de 2018

Leyenda de mar y tierra



Terráneo
Marino Amodio (texto)
Vicenzo del Vecchio (ilustraciones)
Edelvives, 2017




                Todo el mundo que se fía más de las evidencias científicas que de ciertas verdades reveladas, sabe que la tierra tal como la conocemos en la actualidad es producto de la evolución, de un continuo proceso de cambio que en cientos de millones de años la ha ido transformando de tal manera que, siguiendo un transcurso a menudo imperceptible pero constante, los sucesivos fenómenos geológicos o climáticos (terremotos, volcanes, glaciaciones, etc.) han dado lugar a la configuración del planeta que ahora nos cobija. Sin embargo, la concepción científica de este proceso –constatable sobre todo a partir de las evidencias empíricas de los últimos tiempos- no debe hacernos despreciar las versiones mitológicas que han tratado de explicar tanto la cosmogonía como el proceso posterior, pues ellas –como cualquier otra forma artística- son también fuente de aproximación al conocimiento. 
Ilustración de Vicenzo del Vecchio

                Esta es la idea que nos presenta el maravilloso libro ilustrado “Terráneo” (galardonado con el VI Premio Internacional Álbum Ilustrado Edelvives), con texto de Marino Amodio e ilustraciones de Vicenzo del Vecchio. El relato empieza contando que “hubo un tiempo en el que una sola tierra unía las costas del Mediterráneo”, es decir que en el mismo lugar que hoy ocupa el mar que fue surcado por todos los pueblos que dieron origen a la llamada cultura occidental, en tiempos remotos se hallaba una tierra que se extendía exactamente por el mismo espacio que más tarde le usurpó el mar. La llamada “Isla de Terráneo” ocupaba la misma dimensión, pero lo más llamativo es que en sus confines se encontraban ciudades o accidentes geográficos que son familiares a los habitantes del Mediterráneo actual. Así, en el extremo occidental de aquella gran isla estaba Gibraltar, el antiguo finisterre que marcaba “el punto exacto donde se acababa el mundo”. En el centro de la isla, junto al Lago del Etna, se encontraba Escilacaríbdis, ciudad que “revela la atracción y el miedo de sus habitantes por ese mar que la circunda”. En la otra orilla de la Bahía Itálica aparecía Venecia, sus calles de agua como un intento de sus ciudadanos para habitar el mar. El Cairo, situado en el suroriente, disponía la arquitectura de las pirámides con la pretensión de sus habitantes por alcanzar el cielo. Atenas, situada en la Bahía Helénica, híbrido de hombre y pez, “manifiesta el encuentro de la tierra y el mar”. Estambul, en la orilla del Mar de la Capadocia, es el lugar donde, según la leyenda, nacieron todos los habitantes de Terráneo. La isla, rodeada, entre otros, por el Mar de Argelia, el Océano Sahara y el Mar del Norte, se transformará, ante la curiosidad y los temores de sus habitantes por conocer el más allá de las aguas, en el mar que, según la idea de la época, estaba situado en el medio de la tierra.
                En este álbum, que despliega el mapa de la isla en la sobrecubierta, se cuenta una preciosa historia que no sería posible sin las maravillosas ilustraciones de Vicenzo del Vecchio. En ellas, las ciudades y los territorios son rostros y cuerpos humanos construidos con los elementos de una ciudad (edificios, calles), configurando de esta manera una singular geometría que mira hacia el mar y hacia la tierra, una frontera de límites difusos, como es la propia condición –húmeda y sólida- de los habitantes de este planeta. He ahí la innegable importancia de continuar inventando cuentos o leyendas que –junto a las investigaciones científicas- puedan indagar en el significado de la existencia.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 28 de julio de 2018)

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