Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 2 de junio de 2018

Cómo limpiar los miedos



Apestoso tío Muffin
Pedro Mañas
Editorial Anaya, 2018



                Esta es la asombrosa historia de Mr. Muffin, un hombre que tenía la extraña cualidad de atraer la porquería. Curiosa circunstancia que, sin embargo, no hacía de él la persona más sucia del mundo, sino que en realidad lo convertía en la más limpia, pues por ese motivo no paraba de asearse en todo el día. Así, nada más levantarse por las mañanas, desayunaba dentro de la bañera al mismo tiempo que se daba su primer baño diario. Después se cepillaba los dientes, se recortaba las uñas y se echaba colonia antes de acudir a su trabajo en la fábrica. Casualmente –o tal vez no tanto- el lugar donde trabajaba era una fábrica de artículos de limpieza, con lo cual estaba más que familiarizado con detergentes, jabones, champús, perfumes y todos los productos que le podrían servir para su higiene y aseo personal. Cuando regresaba a casa, después de las ocho horas de trabajo en la fábrica, Muffin desprendía tal olor –fácilmente identificable con el del pescado podrido- que no le quedaba más remedio que sumergirse de nuevo en la bañera para tratar de quitarse la peste que llevaba consigo. Sus uñas se habían vuelto negras, sus calcetines apestaban, telarañas aparecían entre sus dedos y pelusas monstruosas habitaban bajo su bigote. Tanto es así que el agua de la bañera se volvía tan negra “como si alguien hubiera cocido allí dentro una familia de calamares” en su tinta. Como consecuencia del continuo hedor que desprendía, se había convertido en el hazmerreír de sus vecinos, sobre todo del estirado Mr. Cooper, de quien tenía que soportar las bromas incluso en el trabajo, pues también era compañero en la fábrica, y de las estrambóticas hermanas Fidenburger, dos ancianas que en vez de tomar el sol, tenían la costumbre de tomar la luz de la luna. Todo esto había hecho que Muffin tuviera tan baja autoestima que había llegado al punto de no soportar compartir la cama ni consigno mismo. Hasta que de la noche a la mañana –en realidad sucedió una noche en la que estaba sumergido en la bañera- apareció Emma, una misteriosa niña que dijo ser su sobrina, rara circunstancia en alguien que ni siquiera tenía hermanos, y ayudó a Muffin para que su vida diera un cambio radical. 
Ilustración de Vícor Rivas

                “Apestoso tío Muffin” –galardonada con el XV Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil-, de Pedro Mañas (Madrid, 1981) es una divertida novela que en el atrevimiento de algunos elementos de la trama, en el perfil extravagante de los personajes y en el humor que impregna toda la narración nos trae ecos de Roald Dahl. Apreciación que también se deja ver en las afortunadas ilustraciones de Víctor Rivas, maravillosamente estrafalarias, expresivas y disparatadas como el mismo texto al que hacen referencia.
El autor tiene el mérito de haber creado un personaje –Mr. Muffin- tan frágil como cualquiera de nosotros, lleno de miedos procedentes de una niñez demasiado acartonada por una educación que no le permitió disfrutar plenamente de su infancia. Así, la suciedad se convierte en una metáfora de esos miedos que padece, una porquería que se le pega tanto a la piel que “se huele de lejos”. Para librarse de esa inmundicia llena de miedos –entre ellas el miedo a los niños- debe servirse de la ayuda de los demás, curiosamente de la amistad con una niña. Esa es la enseñanza de esta alocada historia que sin duda dibujará una higiénica sonrisa en el rostro de los jóvenes lectores.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 2 de junio de 2018)