Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 10 de octubre de 2015

El silencio blanco


LA QUIMERA DEL ORO
Jack London
Anaya. Madrid, 2015
274 pág.


          Jack London (1876-1916) es un aguerrido narrador de la estirpe de Verne, Stevenson, Conrad, Melville o Poe. Además de algunas semejanzas biográficas, comparte con ellos -en mayor o menor medida- una similar poética, aquella que trata de revelar lo que le sucede a ese tipo de personaje que, situado ante una intensa experiencia, decide desprenderse del natural encogimiento del miedo para atreverse a forcejear con el destino que le ha tocado vivir. No se trata de resaltar la combativa condición del héroe, sino, más bien al contrario, de indagar en los abismos a los que en ocasiones nos arroja al común de los mortales nuestra propia e incierta existencia.
          Conocido sobre todo por sus novelas “La llamada de lo salvaje”, “El lobo de mar”, Martin Eden, “El talón de hierro” o “Colmillo blanco” -ésta aún más famosa a partir de sus exitosas versiones cinematográficas-, lo mejor de la obra de Jack London puede estar, sin embargo, en el conjunto de las breves narraciones que forman “La quimera del oro” y “Los relatos de los mares del Sur”. En su origen está sin duda la azarosa vida de su autor, que lo llevó a los 19 años a embarcarse en busca del oro que había aparecido en Klondike, cerca de la frontera con Alaska, y a los 30 a navegar por la Polinesia.
Jack London
          Los relatos incluidos en “La quimera del oro” (Anaya, 2015) están unidos por la llamada fiebre que llevó a tantos buscadores a Alaska durante la segunda mitad del siglo XIX. En ellos la fuerza narrativa que despliega el autor está acorde con la extrema severidad de la naturaleza y con el propio ímpetu que el hombre debe sostener para afrontar tales inclemencias, con el convencimiento de que a menudo resistir es la única forma posible de lucha y que la victoria se conforma -en su doble acepción- con la agónica conquista de la supervivencia. Así, la sardónica crueldad de un perro y la vengativa maldad de un hombre se reflejan de forma magistral en el relato titulado “Diablo”; el decidido propósito de conseguir dinero fácil por medio de una descabellada empresa asombra y divierte al lector en la por momentos disparatada fábula “Las mil docenas”; la tragedia lírica que sucede en el corazón verde del cañón rompe la silenciosa belleza del sereno “El filón de oro”; la encarnizada lucha por la supervivencia entre un lobo y un hombre hambrientos estremecen en el dramático “Amor a la vida”; el dilema moral entre el ideal de justicia que debe imponerse a sí mismo el hombre blanco y el íntimo temor que provocan los propios pensamientos ante un hecho repentino se dirime en el magnífico “Lo inesperado”; la tenacidad por encender un fuego como único remedio para resistir en medio de la soledad de la nieve se impone en el angustioso “La hoguera”; el ingenio de un condenado a muerte para salvarse de la tortura alivia también al lector en el cuento “El burlado”.
          Vicente Muñoz Puelles abre el libro con una breve -y acertada para los jóvenes lectores- presentación sobre la vida y la obra de Jack London y lo cierra con un apéndice que, a modo de relato escrito en primera persona, narra algunas andanzas biográficas del autor norteamericano del que el próximo año se cumple el centenario de su muerte. El volumen se completa con unas expresionistas ilustraciones en blanco y negro de Enrique Flores.
          Para seguir disfrutando de la lectura que sin duda producirán estos relatos ambientados en “el silencio blanco”, nada mejor que continuar leyendo las asombrosas aventuras narradas en “Los relatos de los mares del Sur”.

(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 10 de octubre de 2015)