Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 12 de septiembre de 2015

Los primeros Quijotes



          En un lugar de la escuela de cuyo nombre pocos quieren acordarse, no ha mucho tiempo que vivía un libro de los de tapa dura, ancho lomo y larga lectura. Rara vez el libro tenía todos los capítulos del original escrito por Cervantes, de manera que tan solo incluía los que eran más conocidos del público o los que pudieran ser más entretenidos y divertidos para los jóvenes lectores. De esta forma, la sola presencia de aquellos volúmenes en la biblioteca de la escuela podía llevar al momento propicio en el que un niño -debidamente llevado por el oportuno consejo de su maestro o sus padres- se acercara a aquel libro del que se decía que era inmortal.
          Y fue precisamente esa idea de inmortalidad, que en cierto modo sugería un encuentro solemne con el texto, -unida, bien es cierto, a la nociva costumbre de obligar a su lectura- la que, andando el tiempo, hizo engolar algunas voces para denunciar que el Quijote no era apropiado para los jóvenes lectores. Como consecuencia de esta especie de protección tanto del libro sagrado como de las tiernas cabecitas que pudieran leerlo, prácticamente se vaciaron los estantes de las aventuras del ingenioso hidalgo, hurtando, por consiguiente, la oportunidad de que pudieran disfrutar de ellas las nuevas generaciones. Pero a raíz de la celebración en 2005 del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote, la mayoría de las editoriales que publican para el público infantil y juvenil ha venido editando y reeditando adaptaciones del texto, Quijotes con menos capítulos o directamente el original cervantino debidamente anotado para hacerlo más accesible a todos los lectores. Entre las nuevas ediciones -surgidas también ahora con ocasión del cuarto centenario de la publicación de la segunda parte-, traemos aquí una pequeña selección.
          Para los más pequeños han aparecido “Mi primer Quijote” (Anaya, a partir de 5 años) y “Aventuras de Don Quijote de la Mancha” (Anaya, entre 8 y 12 años), ambos adaptados por Ramón García Domínguez e ilustrados por Emilio Urberuaga para recrear pasajes como el de los molinos o el yelmo de Mambrino. Edebé publica “El Quijote contado a los niños” (a partir de 8 años), de Rosa Navarro Durán y con ilustraciones de Francesc Rovira. “Las aventuras de Don Quijote” (Lumen, entre 5 y 8 años) es un álbum de gran formato que reproduce los episodios más conocidos (los molinos, las marionetas), incluyendo además una pequeña biografía de Cervantes. “Mi primer Quijote” (Espasa, entre 5 y 8 años) es una adaptación de la primera parte a cargo de José María Plaza, con divertidas ilustraciones de Julius. En su colección Adarga, Edelvives publica “El caballero Don Quijote” (a partir de 10 años), de Consuelo Jiménez e ilustrado por Xan López Domínguez.
          Para más mayores hay que destacar la edición para uso escolar de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha” realizada por Arturo Pérez-Reverte para la RAE (Santillana), en la cual se han eliminado del texto cervantino algunos obstáculos y digresiones con el fin de facilitar su lectura y al mismo tiempo respetar la integridad y el sentido del original. Con la misma intención de acercar el libro inmortal a todos los lectores, en “Don Quijote de la Mancha” (Destino) Andrés Trapiello ha acertado a “traducir” al castellano actual el texto íntegro que escribió Cervantes.
          Con estas ediciones y otras que seguramente irán apareciendo hasta el próximo año en el que se cumpla el cuarto centenario de la muerte de Cervantes, no habrá excusas para que puedan seguir cabalgando por las bibliotecas -escolares y domésticas- el Caballero de la Triste Figura y el Gobernador de la ínsula Barataria.

(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 12 de septiembre de 2015)