Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 5 de noviembre de 2016

Shakespeare en prosa


Cuentos basados en el teatro de Shakespeare
Charles y Mary Lamb
Anaya, Madrid, 2013


          Charles Lamb (1755-1834) fue un ensayista, poeta y crítico británico de reconocido prestigio en su época. Junto a su hermana Mary publicó en 1807 una adaptación de las obras más conocidas de Shakespeare para que su lectura fuera más asequible a los jóvenes lectores y así poder despertar en ellos el interés para enfrentarse posteriormente a la obra original del dramaturgo inglés. Para ello convirtieron en cuentos en prosa los versos del teatro de Shakespeare, aun a riesgo de perder por el camino la belleza del lenguaje, la profundidad de los diálogos y el dramatismo o la comicidad de las escenas originales que escribió el llamado cisne de Avon. Sin embargo, el empeño parece que mereció la pena, pues a pesar de que la adaptación es acorde con la moral de la época de los hermanos Lamb, estos cuentos se han venido reeditando hasta la actualidad y, sin duda, han servido para el fin propuesto inicialmente: que los jóvenes ingleses tuvieran un primer conocimiento de la obra de su más celebrado escritor.

          Hace unos pocos años la editorial Anaya publicó en la colección “Tus libros selección” –destinada al público juvenil- la traducción española -a cargo de Andrea Morales Vidal- con el mismo propósito declarado por los hermanos Lamb. Por ello, y aprovechando que este año se cumple el cuarto centenario de la muerte de Shakespeare, creemos que es oportuno reseñarla en estas páginas. Así, mezcladas las comedias y las tragedias, los lectores tienen la ocasión de introducirse en el mundo real y mitológico de “La tempestad” o de “El sueño de una noche de verano”, en el enredo cómico de “Mucho ruido y pocas nueces” o de “La comedia de las equivocaciones”, en la reflexión sobre la justicia y la usura de “El mercader de Venecia”, en la ingratitud filial y las miserias humanas de “El rey Lear”, en los peligros de la desmedida ambición de “Macbeth”, en la sumisión de la mujer a su esposo de “La fierecilla domada”, en el desencanto y la sobrevenida misantropía de “Timón de Atenas”, en la ley del talión de “Medida por medida”, en el triunfo del amor frente a las rivalidades familiares de “Romeo y Julieta”, en el dolor, la duda, la traición y la venganza de “Hamlet”, en la virtud asediada por las calamidades de “Pericles, príncipe de Tiro” o en la destrucción del amor por los celos de “Otelo”. En definitiva, una veintena de cuentos escritos con una prosa deudora del romanticismo, muy apropiados para que su lectura sea del agrado de los jóvenes -y adultos- y de paso sirva para que puedan perder el miedo de enfrentarse posteriormente a las versiones originales de uno de los grandes clásicos de la literatura.
          Incluso es interesante detenerse en el Prefacio escrito por los autores, pues de su chirriante anacronismo –por ejemplo, la prohibición a las “jovencitas” de hacer uso de la biblioteca paterna, frente a la autorización a los jóvenes varones- se desprende la moral de una época que nuestros nuevos lectores también deben conocer. Igualmente, las notas a pie de página que se incluyen al principio de cada cuento nos informan del año de su escritura y de que la mayoría de las obras escritas por Shakespeare están basadas en hechos históricos, leyendas, cuentos tradicionales u obras de algún escritor anterior.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 5 de noviembre de 2016)