Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 1 de diciembre de 2007

En un bosque de hoja caduca

“EN UN BOSQUE DE HOJA CADUCA”
Gonzalo Moure. 
Ilustraciones de Esperanza León
Editorial Anaya. Madrid 2006


            Gonzalo Moure ha recibido por esta obra el Premio de la Crítica de Asturias en la modalidad de Literatura Infantil y Juvenil, galardón que se suma al concedido por la Editorial Anaya.
            El argumento de la obra es muy sencillo. Desde la edad adulta una mujer (Lucía) trata de ponerse en su piel de niña (Luchinia) para recordar, y también entender, un pasaje extraordinario de su infancia: el verano que pasó observando la vida de los pájaros escondida en el grosellero de un bosque. A partir de ahí sigue una narración donde al encuentro de la niña con la naturaleza (la monótona observación del devenir cotidiano de los pájaros) le sigue un cambio en su vida interior.
            Nos encontramos ante una novela de iniciación o de aprendizaje, donde la protagonista va descubriendo la vida a la vez que mira la propia existencia de los pájaros. Agazapada en el grosellero del bosque, Luchinia asiste al nacimiento de unos polluelos de ruiseñor, a su alimentación, al cántico que ella imita hasta conseguir comunicarse con ellos, a la visita siniestra de las urracas, a la muerte de los pollitos, sobre todo a esta muerte que le hace descubrir la crueldad de la naturaleza. Así, la niña aprende que la emocionante belleza de la vida está inseparablemente unida a la tragedia –cotidiana- de la muerte. Luchinia descubre la vida, lo cual es doloroso (el dolor del conocimiento), y de ahí surge la pérdida de la inocencia en ese aprendizaje que siempre supone la transición a la edad adulta, donde la vida oscila entre la imaginación y la realidad, el amor y la muerte.
            En la novela aparece el amor, pero no sólo a la naturaleza representada en esos ruiseñores que observa, sino también el amor, que la niña siente subirle como “un calor dulce del pecho”, hacia Martín, el niño que la acompaña en el grosellero.
            Al final, la imaginación y la realidad se confunden en el sueño de Luchinia por ser pájaro y volar junto a los ruiseñores, como si fuera uno más de ellos en su obligado emigrar hacia el sur. No importa si lo ha soñado o ha ocurrido de verdad, porque lo único que cuenta es el deseo de ser lo que se piensa.
            Las ilustraciones de Esperanza León no sólo acompañan bellamente al texto, sino que en sí mismas representan verdaderas estampas artísticas.

(Publicado en la Revista de Literatura Infantil y Juvenil PLATERO. Nº 163. Noviembre - Diciembre 2007)