Apestoso tío Muffin
Pedro Mañas
Editorial Anaya, 2018
Esta
es la asombrosa historia de Mr. Muffin, un hombre que tenía la extraña cualidad
de atraer la porquería. Curiosa circunstancia que, sin embargo, no hacía de él
la persona más sucia del mundo, sino que en realidad lo convertía en la más
limpia, pues por ese motivo no paraba de asearse en todo el día. Así, nada más
levantarse por las mañanas, desayunaba dentro de la bañera al mismo tiempo que
se daba su primer baño diario. Después se cepillaba los dientes, se recortaba
las uñas y se echaba colonia antes de acudir a su trabajo en la fábrica.
Casualmente –o tal vez no tanto- el lugar donde trabajaba era una fábrica de
artículos de limpieza, con lo cual estaba más que familiarizado con
detergentes, jabones, champús, perfumes y todos los productos que le podrían
servir para su higiene y aseo personal. Cuando regresaba a casa, después de las
ocho horas de trabajo en la fábrica, Muffin desprendía tal olor –fácilmente
identificable con el del pescado podrido- que no le quedaba más remedio que
sumergirse de nuevo en la bañera para tratar de quitarse la peste que llevaba
consigo. Sus uñas se habían vuelto negras, sus calcetines apestaban, telarañas
aparecían entre sus dedos y pelusas monstruosas habitaban bajo su bigote. Tanto
es así que el agua de la bañera se volvía tan negra “como si alguien hubiera
cocido allí dentro una familia de calamares” en su tinta. Como consecuencia del
continuo hedor que desprendía, se había convertido en el hazmerreír de sus
vecinos, sobre todo del estirado Mr. Cooper, de quien tenía que soportar las
bromas incluso en el trabajo, pues también era compañero en la fábrica, y de
las estrambóticas hermanas Fidenburger, dos ancianas que en vez de tomar el
sol, tenían la costumbre de tomar la luz de la luna. Todo esto había hecho que
Muffin tuviera tan baja autoestima que había llegado al punto de no soportar
compartir la cama ni consigno mismo. Hasta que de la noche a la mañana –en
realidad sucedió una noche en la que estaba sumergido en la bañera- apareció
Emma, una misteriosa niña que dijo ser su sobrina, rara circunstancia en
alguien que ni siquiera tenía hermanos, y ayudó a Muffin para que su vida diera
un cambio radical.
Ilustración de Vícor Rivas |
“Apestoso
tío Muffin” –galardonada con el XV Premio Anaya de Literatura Infantil y
Juvenil-, de Pedro Mañas (Madrid, 1981) es una divertida novela que en el
atrevimiento de algunos elementos de la trama, en el perfil extravagante de los
personajes y en el humor que impregna toda la narración nos trae ecos de Roald
Dahl. Apreciación que también se deja ver en las afortunadas ilustraciones de
Víctor Rivas, maravillosamente estrafalarias, expresivas y disparatadas como el
mismo texto al que hacen referencia.
El autor tiene
el mérito de haber creado un personaje –Mr. Muffin- tan frágil como cualquiera
de nosotros, lleno de miedos procedentes de una niñez demasiado acartonada por
una educación que no le permitió disfrutar plenamente de su infancia. Así, la
suciedad se convierte en una metáfora de esos miedos que padece, una porquería
que se le pega tanto a la piel que “se huele de lejos”. Para librarse de esa inmundicia
llena de miedos –entre ellas el miedo a los niños- debe servirse de la ayuda de
los demás, curiosamente de la amistad con una niña. Esa es la enseñanza de esta
alocada historia que sin duda dibujará una higiénica sonrisa en el rostro de
los jóvenes lectores.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 2 de junio de 2018)
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