Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 8 de septiembre de 2018

Veinte años de Kika Superbruja



Kika Superbruja
Knister
Editorial Bruño. 2018



                En la literatura infantil y juvenil –cuestión que difícilmente tendría cabida en la literatura escrita para adultos- la crítica debería estar muy atenta a los gustos del público al que va dirigida una obra, de manera que si ésta goza de la rara condición de ser devorada por una nutrida legión de infantes, ninguna reseña o comentario que se haga podrá ir en contra de esa voracidad lectora que tienen la suerte de suscitar algunas pocas, elegidas obras, si no quiere quedar en ridículo. Así, cuando un libro, que en no pocas ocasiones forma parte de una serie, entra en el privilegiado club de los más vendidos o es de los más solicitados en las bibliotecas escolares, el crítico debe echarse a un lado y dejar que prevalezca el criterio de los jóvenes lectores, pues es precisamente el placer que les provoca su lectura lo que les lleva a seguir comprando o sacando de las estanterías todos los títulos de la saga, aspecto que se debe destacar sobre otras consideraciones más específicamente literarias. De esta forma, a la función de orientar a los pequeños sobre las posibles lecturas, que deben asumir tanto las familias, los profesores como los reseñistas o críticos, no le queda más remedio que ceder su cometido a la cadena boca-oreja que de manera imbatible será el hilo que lleve a alcanzar el éxito de una obra. 
Knister

                Una de esas series a las que hago referencia es “Kika Superbruja”, creada por el músico y escritor Knister (Alemania, 1952) hace 20 años, traducida a cincuenta idiomas y, sobre todo, motivo de disfrute para varias generaciones de jóvenes lectores. En los 26 títulos que se han publicado hasta el momento, Kika -una niña “inteligente y muy decidida, simpática, sensible y lo bastante fuerte como para imponerse a sus padres y maestros”- utiliza su capacidad de hacer magia para vivir grandes aventuras, acompañada de su hermano pequeño Dani –quien le suele poner un poco nerviosa-, su mascota Héctor –un pequeño y descarado dragón-, su profesora Marina –que da unas clases fantásticas y divertidas- y sus mejores amigos Mónica y Andrés. En las aventuras el lector puede acompañar a Kika en sus viajes por la historia –desde la prehistoria a la Edad Media o al salvaje oeste americano-, visitar mundo mágicos –El País de la Primavera, del Verano y del Otoño, el exótico reino de Mandolán-, conocer personajes literarios –Don Quijote y Sancho, el conde Drácula- y, por supuesto, ver cómo utiliza sus dotes de “superbruja”, gracias a que posee un libro mágico lleno de trucos, para salir airosa de todas las aventuras a las que se enfrenta. 

Para celebrar estos 20 años, la editorial Bruño ha sacado una edición especial con los dos primeros volúmenes de la serie: “Kika Superbruja, detective” y “Kika Superbruja y Don Quijote de la Mancha”. En el primero Kika investiga el misterioso robo de la bicicleta de su madre y en el segundo se enfrenta al desaguisado que provoca la extraña aparición de Don Quijote y Sancho en la ciudad donde vive. Como es de suponer, en ambas aventuras se sirve de los trucos que saca de su libro mágico, trucos que se enseñan al lector en un apéndice al final del libro. Con un estilo ágil, donde la acción y el suspense se mezclan con situaciones divertidas, esta serie ha logrado la fórmula mágica que más cuesta obtener en los libros infantiles: la de conseguir enganchar a miles de pequeños lectores.


 (Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 8 de septiembre de 2018)

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