Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 16 de febrero de 2019

Fábulas para un centenario



Fábulas irónicas
Juan Eduardo Zúñiga
Nórdica, 2018

                La inusual fortuna de poder celebrar el centenario del nacimiento de Juan Eduardo Zúñiga cuando aún está vivo, debería desentumecer de una vez por todas la tan a menudo anquilosada visión de ese “mundillo literario” demasiado ensimismado en destacar siempre a los cuatro o cinco escritores que tanto resuenan. Bien es cierto que Juan Eduardo Zúñiga, que cumplió cien años el pasado enero, nunca se ha preocupado por estar presente en los círculos literarios donde parece que se corta el bacalao, pero hay que estar muy ciego para no darse cuenta de que –junto a tres o cuatro autores más- está en la cumbre de los escritores españoles vivos. Con solo tres obras de relatos –reunidas hace unos años bajo el título de La trilogía de la Guerra Civil (Galaxia Gutenberg, 2011)-, donde magistralmente narra la condición humana asediada por la Historia, la desolación y el dolor en medio de la barbarie, Zúñiga debería pasar con los mayores honores a formar parte de los grandes escritores de nuestro tiempo. A ello hay que añadir otros conjuntos de relatos, como Misterios de las noches y los días (1992) o Brillan monedas oxidadas (2010), cuatro novelas -entre ellas la espléndida Flores de plomo (1999), homenaje a la literatura con el suicidio de Larra como telón de fondo- y, por supuesto, sus traducciones y su obra ensayística centrada sobre todo en la literatura eslava, con títulos como El anillo de Pushkin (1983) o Las inciertas pasiones de Iván Turgueniev (1996), reunidos hace poco en el volumen Desde los bosques nevados (2010). 
Juan Eduardo Zúñiga

                Ahora Zúñiga nos presenta Fábulas irónicas (Nórdica, 2018), una gavilla de relatos en los que se sirve del fraseo austero, preciso y acotado que exigen los cuentos clásicos, un estilo, por tanto, alejado de la complejidad formal a la que nos tenía acostumbrados con los textos de la Trilogía. Sin embargo, el autor sigue siendo fiel a cierta estética transparente con los sucesos contados, de manera que aquellos relatos y estas fábulas nos traen –en la verdad que traslucen las palabras- ecos que revelan sabidurías antiguas. A través de la recreación de algunos episodios históricos, Zúñiga nos habla de las “Benéficas aguas del olvido”, necesarias para hundir el recuerdo de una noche nupcial en el lecho del frío; de los “Miles ojos cegados” por un malvado bizantino que anticipó modernas formas de gobierno; de “Una tenaz desobediencia” que fuerza al tirano a seguir siendo lo que es; de “Un escrito en las paredes” sobre las crueldades de un rey al que no le queda más remedio que adentrarse solitario en el desierto; de la “Huelga de hambre en Roma” que ingenuamente apuntala el designio cruel de Nerón; de “El magnate y el bufón”, quien se sirve de la codicia del rey para detener para siempre el puño que le golpea la cabeza; del “Sublime ejemplo” del magnate que, al emular al Estilita, acabó sufriendo las mismas bajezas que cualquier mortal; de “Arquímedes, intelectual comprometido”, tan ensimismado en su quehacer científico que perdió de vista su propia vida; de “Odio y amor, puñales” que necesariamente se deben lanzar para cumplir la venganza; de “Venenos e idiomas” que inmunizan la boca del rey políglota, pero no su garganta atravesada por la espada.
                Al placer de la lectura se suma el exquisito cuidado de esta edición, más lucida aún con las espléndidas ilustraciones de Fernando Vicente, imágenes que contribuyen a que el lector vaya descubriendo la ironía que subyace en cada fábula.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 16 de febrero de 2019)


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