Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

sábado, 25 de marzo de 2017

El trinomio fantástico


El secreto del abuelo
Carles Cano
Anaya, 2017


          
           El escritor italiano Gianni Rodari se propuso elaborar con su obra “Gramática de la fantasía” una suerte de “introducción al arte de inventar historias”, ateniéndose a la idea de que la capacidad creativa no es un don insuflado por los dioses a ciertos hombres y mujeres elegidos para ser portadores de tal privilegio, sino que todo ser humano, por el mero hecho de serlo, posee la cualidad de acceder a ese proceso creativo que en última instancia le permita inventar historias. Para ello, en su célebre ensayo Rodari propone el uso de una serie de técnicas que pueden servir para que cualquiera sea capaz de echar a volar la mariposa de su imaginación. Así, presenta el famoso “binomio fantástico”, que consiste, como bien saben todos los que han acudido a algún taller de escritura creativa, en combinar dos palabras que aparentemente no tienen ninguna relación y buscarles un maridaje que sea capaz de iluminar nuestra inagotable capacidad de inventiva.
            Ahora el escritor Carles Cano (Valencia, 1957) va un paso más allá de Rodari y crea lo que podría llamarse el “trinomio fantástico”, la combinación al azar de tres palabras que no tengan nada que ver y “hacer saltar entre ellas una chispa, un puente que las relacione”. Es lo que hace el protagonista de “El secreto del abuelo” (Anaya, 2017), obra galardonada con el Premio Lazarillo de Creación Literaria. Partiendo del tópico del abuelo ingenioso que inventa historias para sus nietos, esta obra contiene cinco cuentos que surgen precisamente del empleo de ese “trinomio fantástico”, que el abuelo tiene la habilidad de utilizar para mayor divertimento de los pequeños. 
Gianni Rodari
Así, de situaciones cotidianas, como volcar la caja de juguetes para encontrar tres cosas que no deberían estar ahí (un peine, una carta del rey de bastos y una piedra de la playa), surge el cuento “El rey Pelón”, la historia de un rey calvo que un día encuentra a una lamia (una especie de sirena) peinándose sentada en una piedra junto a la orilla de un río. En la caja de herramientas que el abuelo tiene en el garaje también hay tres cosas que no encajan con el resto (un llavero con la torre Eiffel, un cebo en forma de pez y un candado sin llave). Con esos objetos el abuelo inventa la historia “París, el pez y el candado”, un cuento que empieza con una pareja de enamorados en un puente sobre el río Sena y termina con un pescadero japonés abriendo un candado en un puente de Tokio. El cuento “La maga Staropolsky” surge de la inagotable cabeza del abuelo al salir de un circo con sus nietos y encontrarse con un pájaro cantando en un balcón y un gato esquivando las ruedas de un coche. Un día de playa se le ocurre al abuelo otra historia, “El mensaje en la botella”, un relato en el que aparecen tres extraños objetos (un escarabajo disecado, un botón metálico y una especie de hueso o semilla de fruta) dentro de una botella que el propio abuelo dice haber encontrado en una playa cuando hacía el servicio militar en el Sahara. En el último capítulo del libro uno de los niños se vacía los bolsillos para que a partir de los tres objetos que saca (una canica, un trozo de cuerda y un mono de plástico) el abuelo se invente el cuento “La pirata”.
En definitiva, un entretenido libro que también enseña a los niños un sencillo truco para poder inventar ellos mismos cualquier historia.


(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 25 de marzo de 2017) 

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