LA REINA DE LOS HIELOS
Autora: Marie Díaz
Editorial Edelvives. Zaragoza, 2011
63 páginas
Entre las cualidades de los cuentos clásicos está la facilidad que a menudo muestran para adaptarse no sólo a los modos propios de cada época, sino a la individual forma de narrar que cada persona posee. Esta capacidad se da sobre todo en los más populares, aquellos que los padres transmiten a sus hijos buscando el difícil equilibrio entre el atrevimiento de incluir algunas variaciones en el texto y el cuidado de no traicionar la esencia de lo narrado. De hecho, para contar bien un cuento hay que apropiarse de él, es decir, el narrador debe insuflarle su particular impronta para atrapar al lector o al oyente y llevárselo con él en esa suerte de rapto emocional que supone su escucha o su lectura. Así, en la transmisión oral o escrita que se hace entre generaciones se suelen añadir elementos y sobre todo eliminar aquéllos que chirríen con la sensibilidad de los tiempos. Sin duda, esta ductilidad es una virtud, pero también un riesgo, sobre todo si tenemos en cuenta cierta tendencia actual a una supuesta corrección moral en la que, para no hacer sufrir a los pequeños, nos esforzamos por edulcorar –y, por tanto, desvirtuar- los cuentos clásicos.
No cae en ese peligro “La reina de los Hielos” de Marie Díaz, que, basado en el popular cuento de H.C. Andersen “La reina de las Nieves”, es capaz de introducir algunos cambios narrativos manteniendo los personajes, la estructura, la trama y, sobre todo, el sentido del relato original. Dividido –al igual que el relato de Andersen-, en siete historias o capítulos, esta adaptación cuenta cómo una malvada bruja llamada la Reina de los Hielos se hizo con un espejo que tenía la cualidad de reflejar de forma horrenda toda la belleza del mundo. En su afán por vencer al Sol, su mayor enemigo, el espejo se estrelló contra el suelo y se rompió en mil pedazos que saltaron por todas partes. Uno de esos fragmentos se clavó en el corazón de Kay, que inmediatamente fue transformado en hielo. A partir de entonces su amiga Freya notó cómo a Kay también se le congelaba el carácter, hasta que un día de fuerte temporal un misterioso personaje lo atrapó con sus malas artes y se lo llevó en su trineo blanco volando al interior de una recia tormenta de nieve y ventisca. Pasado el invierno, Freya sale en busca de su amigo, y para ello se verá obligada a atravesar un largo camino lleno de vicisitudes, aventuras fantásticas y sorprendentes encuentros con personajes tan misteriosos como “la anciana del jardín”, “el caballero y la doncella”, “la hija de los bandoleros” y “la anciana del Norte”. Hasta llegar al inhóspito, grandioso y frío Palacio de la Reina de los Hielos donde, si se sigue leyendo, se sabrá lo que sucedió después.
En esta bella historia que conserva los elementos que debe contener todo cuento de hadas que se precie –el héroe (en este caso una niña), el personaje encantado, la bruja que lo seduce con su hipnotizadora mirada de hielo, las pruebas que el héroe tiene que pasar para lograr desencantar al amado, etc.- habitan “los sueños que vienen a visitar a los durmientes”.
Sería bueno que la lectura de esta fiel adaptación –ilustrada por Miss Clara con expresivos collages que añaden más belleza a la calidad literaria del texto- condujera a los pequeños (a partir de 8 años) –y a los adultos- a leer el original y de ahí seguir el hilo encantado que lleva a adentrarse en todos los cuentos de H.C. Andersen.
(Publicado en El Comercio y La Voz de Avilés. 10 de diciembre de 2011
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