La colina del
Minotauro
Miguel Rojo
Editorial
Pintar-Pintar, 2024
Digámoslo desde el principio: esta magnífica novela tiene
todos los ingredientes para ser del agrado del público juvenil, mérito de
máxima importancia cuando sus destinatarios son los lectores más exigentes,
aquellos que no dudan en cerrar el libro cuando sienten que se les ha dado gato
por liebre. Miguel Rojo (Tineo, 1957) nos presenta una novela de aventuras
donde a la natural emoción que en el lector suscita la acción, la continua
sucesión de acontecimientos inesperados o directamente extraordinarios, se une
la celebración de la amistad, ese guiño cómplice en el que dos jóvenes se unen
-a través del consabido rito que lleva al indisoluble “hermanos de sangre”-
para tratar de descubrir juntos los misterios de la vida. De ahí que, como
suele ocurrir en este tipo de novelas, se trate también de un relato de
iniciación, aquel que, a la par que se cumple un viaje físico -desde Bilbao a
la isla de Creta-, se produce un viaje interior, cuyo significado último,
después de sortear todas las dificultades y vencer todos los obstáculos que se
suceden en la historia, es proceder a dar un paso de gigante en el crecimiento
personal. De los protagonistas, claro está, pero también -y esta es la virtud
de la literatura- del lector concernido y atento.
Los primeros capítulos de la
novela, que nos introducen en el ambiente de terror en el que ETA sumió al
pueblo vasco -y, por extensión, al resto de España- en los llamados años de
plomo, cuentan cómo la familia de Iñaki se ve obligada a huir de Bilbao después
del atentado que sufre el padre con una carta bomba. Al respecto es muy
reveladora la nota que, “a modo de explicación”, el autor inserta antes del
relato para denunciar las trabas, relacionadas precisamente con estos capítulos
iniciales, que las editoriales encontraban hace 20 años para publicar una
novela donde se refiriera directamente a ETA. (Por ello es de celebrar que una
editorial asturiana como “Pintar-Pintar” se haya lanzado a la publicación de La
colina del Minotauro). Y es precisamente este asunto el que parece
enhebrar, a pesar de que el argumento después tira por otro lado, como un hilo
oculto toda la historia, pues a la existencia de una sociedad amenazada le
sucede otra donde la familia -y en particular los hijos- pueden vivir en
libertad; al odio y a la intolerancia le siguen los afectos y la camaradería; a
una realidad demasiado asfixiante la sustituye una vida donde es posible la
imaginación; al miedo, en fin, lo reemplaza la alegría de poder descubrir otros
mundos más allá del horizonte. Así, la figura del Minotauro a la que se
enfrentan Iñaki y su amigo, podría interpretarse como el monstruo que necesita
el sacrificio de hombres y mujeres para seguir alimentando su propia condición,
atrapada en su impenetrable laberinto de violencia.
Con esta novela destinada al público juvenil, Miguel Rojo
-uno de los autores fundamentales del llamado Surdimientu Asturianu-
vuelve a demostrar su capacidad para abordar con acierto, tanto en castellano
como en asturiano, diferentes géneros literarios, ya sea en novela y relatos
para adultos, cuentos infantiles, poesía o crítica literaria.
(Reseña publicada en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 11 de octubre de 2014)