Las manos tocan y cogen las cosas
del mundo, moldean el barro cuando se juntan el agua y la arena del desierto,
acarician y consuelan con su tacto cálido, estrechan las manos que nos ofrecen
la paz. También -¡ay!- se cierran para golpear el rostro del otro, pero ésas no
son manos, sino puños.
En las
bibliotecas Bubisher, los niños y niñas se pintan las manos para sentir la
magia de la pintura en la piel, la transformación del propio color natural en
los vivos colores con los que plasmar sobre el papel todo lo que pueda crear su
imaginación. Unas manos de colores que se convierten en una mariposa que echa a
volar con sus alas rojas y azules, en un gallo orgulloso de su cabeza y su cola
y sus patas rojas, en un árbol con sus ramas verdes creciendo hacia el cielo,
en una divertida mano donde cinco señores nos sonríen con sus sombreros de
colores. Quizá cada una de esas pinturas han surgido después de leer un cuento.
También puede ocurrir que a partir de esas láminas pintadas podamos inventar
una historia en la que una mariposa trae desde tierras lejanas la noticia que
todos están esperando. La noticia que la mariposa le cuenta al gallo. El gallo
que se sube al árbol para cantar a los cuatro vientos que cinco hombres muy
importantes del mundo han acordado que el pueblo saharaui ha recuperado por fin
la libertad.
En las bibliotecas Bubisher, los niños y niñas se pintan
las manos para crear una realidad distinta.
(Publicado en el Boletín Sáhara Bubisher en mayo de 2025)

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