Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

viernes, 6 de junio de 2025

Todo viaje es un regreso

 


Ningún ocaso demasiado intenso

José Luis Díaz Caballero

Velasco Ediciones, 2024

             


            “Un hombre de mediana edad viaja a Noruega buscando el final de una novela. Y dice estar deprimido”. En este fragmento resume el propio narrador el contenido de la obra. Al buscar el final de una novela no persigue más que indagar en la propia novela de su vida, de manera que el viaje a Noruega -tras la estela del escritor Karl Ove Knausgård, quien parece ser su modelo literario- no es más que un subterfugio para alcanzar ese lugar propicio para el autoconocimiento. A ello contribuye el encuentro con una naturaleza que, en su rotundidad, conforma el espacio - físico, pero sobre todo mental- donde se acoplan la soledad y el silencio necesarios para que se despierte esa anhelada -también temida- voz interior. Una naturaleza tan extrema que puede lograr, en una suerte de emoción mística, que en una aurora boreal se le haga visible la misma imagen de Dios. La depresión a la que alude el fragmento señalado es la consecuencia de una pérdida, del abandono de su mujer, cuyo recuerdo en las tierras nórdicas se revela a menudo como ficción, como una elaboración de los propios fantasmas que le han llevado al fracaso.

La magnífica novela Ningún ocaso demasiado intenso (Velasco Ediciones), de José Luis Díaz Caballero (Madrid, 1979), no sólo es una excelente prueba de esa correspondencia entre viaje exterior e interior, sino que, al adentrarse en ciertas inquietudes que desvelan al narrador, se plantean interesantes reflexiones sobre el oficio de la literatura: la tan traída y llevada autoficción, que, tomando como referente al autor noruego Karl Ove Knausgård, materializa la “reinvención de la tragedia a través de la novela y la memoria”; la admiración o la emulación, como formas diferentes de inclinarse hacia la autoridad de un escritor; la ficción literaria como “el reflejo más fiel de nuestras verdades”; la querencia por la tragedia, aunque su plasmación la aleje de la realidad que nos rodea; los hechos cotidianos vistos como el espacio sencillo donde se halla lo universal; el escritor cobarde que, “en un uso pésimo de la literatura”, recurre en la ficción a sujetos desconocidos.

            No es necesario catalogar este volumen como un libro de viajes, aunque el narrador nos guíe por algunas ciudades de Noruega; tampoco como una novela de autoficción, pues tanto da si lo que nos cuenta es la trasposición más o menos literal de un viaje -exterior e interior- real o si es todo producto de la imaginación del autor; tampoco si es un ensayo novelado o una novela de ideas, a pesar de todas las reflexiones que suscita el texto. Lo que importa es que se trata de una novela de alta calidad literaria, escrita con una prosa elegante y sobria, poética en la ajustada precisión de las palabras. Por ello hay que celebrar que una editorial asturiana como Velasco Ediciones haya tenido el buen criterio literario de publicarla.

(Reseña publicada en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés el 6 de junio de 2025)

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