Ningún ocaso demasiado intenso
José Luis Díaz Caballero
Velasco Ediciones, 2024
“Un hombre de mediana edad viaja a
Noruega buscando el final de una novela. Y dice estar deprimido”. En este
fragmento resume el propio narrador el contenido de la obra. Al buscar el final
de una novela no persigue más que indagar en la propia novela de su vida, de
manera que el viaje a Noruega -tras la estela del escritor Karl Ove Knausgård,
quien parece ser su modelo literario- no es más que un subterfugio para
alcanzar ese lugar propicio para el autoconocimiento. A ello contribuye el
encuentro con una naturaleza que, en su rotundidad, conforma el espacio -
físico, pero sobre todo mental- donde se acoplan la soledad y el silencio
necesarios para que se despierte esa anhelada -también temida- voz interior.
Una naturaleza tan extrema que puede lograr, en una suerte de emoción mística,
que en una aurora boreal se le haga visible la misma imagen de Dios. La
depresión a la que alude el fragmento señalado es la consecuencia de una
pérdida, del abandono de su mujer, cuyo recuerdo en las tierras nórdicas se
revela a menudo como ficción, como una elaboración de los propios fantasmas que
le han llevado al fracaso.
La magnífica novela Ningún ocaso demasiado intenso
(Velasco Ediciones), de José Luis Díaz Caballero (Madrid, 1979), no sólo es una
excelente prueba de esa correspondencia entre viaje exterior e interior, sino
que, al adentrarse en ciertas inquietudes que desvelan al narrador, se plantean
interesantes reflexiones sobre el oficio de la literatura: la tan traída y
llevada autoficción, que, tomando como referente al autor noruego Karl Ove
Knausgård, materializa la “reinvención de la tragedia a través de la novela y
la memoria”; la admiración o la emulación, como formas diferentes de inclinarse
hacia la autoridad de un escritor; la ficción literaria como “el reflejo más
fiel de nuestras verdades”; la querencia por la tragedia, aunque su plasmación
la aleje de la realidad que nos rodea; los hechos cotidianos vistos como el
espacio sencillo donde se halla lo universal; el escritor cobarde que, “en un
uso pésimo de la literatura”, recurre en la ficción a sujetos desconocidos.
No es necesario catalogar este
volumen como un libro de viajes, aunque el narrador nos guíe por algunas
ciudades de Noruega; tampoco como una novela de autoficción, pues tanto da si
lo que nos cuenta es la trasposición más o menos literal de un viaje -exterior
e interior- real o si es todo producto de la imaginación del autor; tampoco si
es un ensayo novelado o una novela de ideas, a pesar de todas las reflexiones
que suscita el texto. Lo que importa es que se trata de una novela de alta
calidad literaria, escrita con una prosa elegante y sobria, poética en la
ajustada precisión de las palabras. Por ello hay que celebrar que una editorial
asturiana como Velasco Ediciones haya tenido el buen criterio literario de
publicarla.
(Reseña publicada en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés el 6 de junio de 2025)
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