Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

domingo, 27 de septiembre de 2020

La prima Vera

 

La prima Vera

Marcelo Matas de Álvaro

Ilustración de J. M. de Iscar


                Cada 21 de marzo, puntual como un dolor de muelas, mi tío Juan me hacía la misma broma. Me decía, con ese aire de superioridad que suele poner la gente que ya sabe de antemano su victoria, Sabes, hoy he visto a la prima. A lo que yo preguntaba con la inocencia que entonces tenía grabada en la frente, ¿Qué prima? Pues, la prima, respondía él ufano. ¿Qué prima?, repetía yo sin caer en la cuenta de la fecha que era ni en la burla con que todos los años me importunaba mi tío Juan. La prima Vera, ¿entiendes?, la prima Vera, se reía él mientras me propinaba un simpático, hiriente pellizco en la mejilla.

                Mi tío Juan era el hermano menor de mi madre y yo, a mis cuatro o cinco abriles, era el muñeco con el que él se entretenía en sus últimos años de adolescencia. Cuando venía a casa, sobre todo si acudía él solo y no acompañado de mis abuelos, siempre se las apañaba para jugar conmigo a solas a mi habitación. Mi madre le agradecía que me entretuviera aquellas tardes en las que ella aún debía continuar con las tareas de la casa y mi padre todavía no había vuelto de trabajar. Tenía tan buena mano con los niños, decían, y le gustaba tanto estar conmigo, que mis padres estaban encantados cuando se ofrecía para quedarse a dormir en mi habitación los sábados en los que ellos salían al cine o al baile. 

                Hace unos años mi tío Juan se casó y tuvo una hija. He descubierto que yo también tengo buena mano con los niños, o mejor dicho, con las niñas. Ahora, ya al final de mi adolescencia, estoy esperando que mis tíos se vayan un sábado al cine o al baile para quedarme a solas con mi prima Vera.


(Publicado en el volumen conjunto Primavera Eterna. Editorial Setentayocho. Oviedo, 2020)

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