El pan de la guerra
Deborah Ellis
Edelvives, 2018
Deborah
Ellis (Canadá, 1960) es una activista contra la guerra que viajó a Pakistán en
1997 para ayudar en un campo de refugiados afgano y de esa experiencia, sobre
todo de las entrevistas que mantuvo con las mujeres y las niñas refugiadas,
concibió una tetralogía formada por El
pan de la guerra (2001), El viaje de
Parvana (2002), Ciudad de barro (2003)
y Mi nombre es Parvana (2012), todas
publicadas en español por la editorial Edelvives. La actualidad de la novela
que aquí reseñamos se debe a que acaba de estrenarse la película de animación El pan de la guerra, de la directora
irlandesa Nora Twomey, galardonada en algunos festivales y nominada al Oscar
del año 2018 a la mejor película de animación, e inspirada en las obras de
Deborah Ellis.
Deborah Ellis |
Esta
novela, que también ha recibido prestigiosos premios literarios, relata la dura
vida de Parvana, una chica de once años que vive en Kabul en la época del
gobierno de los talibanes. Sus padres pertenecían a familias acomodadas de
Afganistán, ganaban buenos sueldos y residían en una casa grande que fue destruida
por las bombas. Ahora toda la familia –los padres y cuatro hermanos- se ha
visto obligada a refugiarse en una sola habitación de una pequeña casa. Viven
gracias a lo que el padre pueda vender en el mercado y a las cartas que lee en
la calle a sus vecinos analfabetos, tarea en la que siempre le acompaña
Parvana. Cuando un día, sin saber muy bien porqué, los talibanes arrestan al
padre, la familia recurre a una idea un tanto desesperada para poder
sobrevivir. Como a ninguna mujer, por el hecho de serlo, se le permite ganar
dinero desde que gobiernan los talibanes, deciden que Parvana se disfrace de
chico con las ropas de Hossain, el hermano mayor que cayó muerto en uno de los
bombardeos. Ni su madre ni su hermana mayor pueden cumplir esa misión, pues no
les está permitido salir a la calle sin burka. Así, Parvana tiene que vencer el
miedo que supone salir sola de casa y enfrentarse al deber de llevar el
sustento a su familia. En ese cometido se ve obligada a hacer algunos trabajos
que no le gustan, pero al mismo tiempo le da la oportunidad de reencontrarse
con Shauzia, una antigua compañera del colegio que también va disfrazada de
chico, y a una amiga de su madre, que irá a su casa para empezar a escribir y
distribuir una revista clandestina. Entre el miedo a ser descubierta por los
talibanes y la inquietud por tener que llevar todos los días a casa algo de
comer, aparece un hecho misterioso que da alas a la imaginación de Parvana.
La historia,
que continúa su desarrollo entre el desasosiego y la esperanza, entre la dura
lucha por la supervivencia en un medio hostil y la íntima convicción de que
todo volverá a ser como antes de la guerra, cuenta, con la usual aspereza de
las novelas pegadas a la realidad de las sociedades sometidas, la fuerza que
surge de los seres humanos para hacer frente a las adversidades, en particular
de los niños –niñas en este caso-, que a veces sienten la necesidad de hacerse
con el valor y la capacidad necesarios para poder resistir en el incomprensible,
cruel mundo de los adultos. Una novela realista, no exenta de cierto lirismo,
muy oportuna para los jóvenes –y adultos- lectores de esta sociedad occidental
a menudo tan alejada de la dura realidad de los países en conflicto.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 29 de junio de 2019)
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