Mowgli de la selva
Edelvives, 2019
Las
adaptaciones cinematográficas de algunas obras literarias tienen el pernicioso
efecto de que los posibles lectores, antes de lanzarse a leer el libro que
acaban de ver trasformado en imágenes, se conformen con la idea de que lo han
leído porque ya saben de qué va la historia. Este riesgo suelen correrlo los
jóvenes lectores que han tenido ocasión de ver una película de Disney basada en
cuentos clásicos –Cenicienta, Blancanieves, La Sirenita, etc.- o en otro tipo
de obras literarias –Peter Pan, Robin Hood o, como el caso que nos ocupa, El
libro de la selva-. Así, la influencia de este tipo de películas es tan grande
entre el público infantil y juvenil –y aún en el adulto- que en el imaginario
colectivo se asocia la obra de Rudyard Kipling –escrita en 1894- con el
bonachón oso Baloo, que se pasa el día cantando y comiendo, con los simpáticos
monos que bailan a ritmo de jazz y, sobre todo, con la pegadiza canción “Busca
lo más vital”.
Por
ello es de celebrar que se publique una versión dirigida a los pequeños
lectores –de 6 a 8 años-, teniendo en cuenta además que la obra de Kipling no
fue directamente escrita para ellos. En esta adaptación de Michel Laporte
–traducida al español por Isabel Soto y publicada por Edelvives (2019) con el
título “Mowgli de la selva”- se ha propuesto un nuevo orden de los capítulos
con la intención de seguir la evolución del niño, continuidad cronológica que
no se contempla en el original. Así, los relatos comienzan con el hallazgo del
“cachorro de hombre” por parte de una manada de lobos y continúan con su
adopción frente a las malvadas pretensiones del tigre Shere Khan, los sabios
consejos del oso Baloo para sobrevivir en la selva, el secuestro de los monos,
la caza de la serpiente Kaa, el robo del fuego –conocido como “flor roja”- del
poblado de los hombres, el encuentro con Messua -la mujer a la que Mowgli tanto
se parece-, el pastoreo de los búfalos, la victoria ante Shere Khan, la batalla
contra los Perros Rojos y el regreso final del joven a la manada a la que
pertenece, cumpliendo de esta forma el dicho de que “El Hombre siempre acaba
volviendo con el Hombre”.
Rudyard Kipling |
Esta versión
–como acertada adaptación del relato original de Kipling- nos remite al mito
del niño salvaje, aquel que nace y/o se cría fuera de la sociedad a la que
pertenece y que normalmente sobrevive gracias a los cuidados de los animales. Se
empareja de esta manera con mitologías y leyendas como las de Endiku –Epopeya de
Gilgamesh- o Rómulo y Remo -fundadores de la antigua Roma-, y con obras
literarias posteriores, como Tarzán. Consecuentemente, es un relato de
iniciación o aprendizaje en el que el protagonista debe superar una serie de
pruebas –los peligros y las aventuras a las que se ve obligado a enfrentarse- para
lograr volver a “la aldea del Hombre”, es decir, para ser aceptado por la
sociedad a la que pertenece. En este camino que, en definitiva, es el que
debemos transitar en la lucha por la vida, es indispensable la ayuda de otros
personajes, del apoyo y la compañía de los seres que nos rodean. Las ilustraciones de Olivier Latyk,
que incluyen en su interior seis páginas troqueladas, contribuyen a hacer más
atractivo este libro a los pequeños lectores.
Otras obras de
la misma colección son “El mago de Oz” y “El maravilloso viaje de Nils
Holgersson”, inspirado también en
los cuentos de animales de Rudyard Kipling.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 27 de abril de 2019)
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