Suerte de colibrí
Germán Machado
Edelvives, 2017
En
este libro se entrecruzan tres de los argumentos que suelen ser del agrado de
los jóvenes lectores y que, por tanto, a menudo tienen en cuenta los escritores
para incluirlos en las novelas destinadas expresamente para este sector del
público. Por un lado, la relación que se establece entre un niño o un
adolescente con un anciano, normalmente su abuelo o un extraño personaje del
barrio o el pueblo, que va abriéndole los ojos a ciertas cosas importantes de
la vida; por otro lado, la presencia de un animal más o menos desvalido que
necesita de la atención del joven protagonista para sobrevivir; y por último,
la repentina aparición de un íntimo cosquilleo, de esa desconocida sensación a
la que los adultos llaman amor.
Con
estos tópicos Germán Machado –nacido en 1966 en Montevideo y afincado
actualmente en Cataluña- ha escrito una deliciosa novela que nos habla de la
maravilla de la reconciliación. En el patio de la casa de Roberto, un viejo que
vive solo, únicamente rodeado de los recuerdos de su glorioso pasado como
futbolista, aparece de pronto un colibrí que no puede levantar el vuelo y que,
por tanto, no puede libar el néctar de las flores que necesita para sobrevivir.
Al otro lado de la tapia del patio está Mateo, un adolescente que vive con su
madre y que tiene prohibido hablar con el viejo desde que entre las dos
familias ocurrió un desagradable suceso hace ya cinco años, un incidente que
hizo que la buena vecindad fuera a parar a “los bolsillos del recuerdo y del
olvido”.
Ilustración de Gustavo Aimar |
Sin embargo, un pequeño accidente del anciano en su patio hace que
Mateo se vea en la necesidad de socorrerle y, de paso, de ayudarle a solucionar
el problema de la alimentación del colibrí del que Roberto se ha hecho cargo.
Así, los dos vecinos reanudan su relación gracias a la atención que deben
prestar al pájaro desvalido, lo que también permite que Mateo se vaya enterando
de los tristes episodios del pasado que han conducido a que Roberto se vea
obligado a vivir en soledad. Al mismo tiempo, Mateo va contando por las redes
sociales todo lo referente a la historia del colibrí, lo que están haciendo el
viejo y él para alimentarle, sube sus fotos, etc., de manera que aumentan sus
seguidores, pero también las pesadas bromas de un amigo que parece que no sólo quiere
quitarle el protagonismo y el mérito, sino también entrometerse en la especial
relación que tiene con Leonor, una amiga por la que siente algo más que la
consabida amistad.
Al
final, un acontecimiento inesperado logrará que la reconciliación entre los
vecinos, que en cierto modo se ha ido cosechando gracias al colibrí, se amplíe
hacia otro ser muy querido por el viejo Roberto. De esta forma la sola
presencia del ave más pequeña que existe, es capaz de restablecer unos lazos
afectivos que se desunieron al verse enredados en antiguos rencores. Pero, al
Igual que dos son las alas del pájaro, también se necesita que las dos partes implicadas
se empeñen en alzar el vuelo de la amistad.
Hay
que señalar la presencia de modismos lingüísticos (vos, querés, sabés, etc.) propios del país de origen de Germán
Machado, lo cual no sólo no supondrá ningún impedimento para que los jóvenes
puedan disfrutar de su lectura, sino que más aún debería ser un motivo para poder
conocer y apreciar las diferentes formas del castellano que se dan en otros
países.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 10 de febrero de 2018)
No hay comentarios:
Publicar un comentario