Las frases imposibles, los adjetivos
desconcertantes en su precisión distraída, la palabra demorada tras la prosa
lenta, no sorprenden al lector avezado y atento, que sigue con los ojos
acariciando la línea, en una agonía feliz hasta el final del párrafo
interminable. Y en este estilo, en su pausada forma, está también el fondo,
indiferenciado, pues sólo la dilación puede dar espacio a la inmersión en la
profundidad del hombre, al sosiego con que uno se ve espectador y preso de sus
propias miserias.
Juan Carlos Onetti |
No hay comentarios:
Publicar un comentario