Cuentos para mi hijo Manolillo
Miguel Hernández
Nórdica Libros. Madrid, 2017
En
la vida de Miguel Hernández, tan cargada de sucesos dramáticos, conmueve hasta
las lágrimas la escena en la que el poeta, al terminar una visita de Josefina
Manresa en la cárcel de Alicante, quiere entregarle a su hijo un libro que ha
escrito para él. Podemos imaginar, en medio de la oscura soledad del poeta, el
rayo de ilusión que le ofrecía la posibilidad de ver la risa de su hijo, la “luz
que proclama la victoria del trigo sobre la grama”. Pero, con el mismo desdén y
frialdad del desalmado régimen al que sirve, el carcelero se lo quita y se lo da
a Josefina, evitando así la íntima satisfacción que para Miguel Hernández
suponía dar el libro en propia mano a su hijo, transmitir de piel a piel la
profunda cualidad de lo creado. Podemos hacernos una somera idea de la
desolación del poeta al ser privado del contacto físico, incluso de la mínima cercanía
para poder entregarle emocionado (a través de ese libro acompañado tal vez por algunas
palabras “hondas como un beso”) un legado de esperanza dentro del dolor de la
enfermedad y de la muerte, que ya tan próxima barruntaba.
El libro, encuadernado por el mismo poeta con tapas duras, se titulaba
“Dos cuentos para Manolillo”, con el añadido entre paréntesis “Para cuando sepa
leer”. Los cuentos eran “El potro obscuro” y “El conejito”, que Miguel
Hernández había traducido del inglés. Su compañero de celda Eusebio Oca pasó a
limpio los textos del poeta y se encargó de realizar unas sencillas ilustraciones
con acuarelas para resaltar la belleza del texto.
Portada original de Miguel Hernández |
“El potro obscuro” cuenta cómo precisamente “Potro-Obscuro” lleva sobre
sus lomos a niños, niñas y animales a la gran ciudad del Sueño. Tiene
reminiscencias del famoso cuento “Los músicos de Bremen”, y el eco que se
repite, como una cantinela en la boca de los personajes (“Llévame, caballo
pequeño, a la gran ciudad del sueño”), no es otro que la búsqueda de la
libertad, el deseo de llegar a un lugar “donde no hay dolor ni pena”. “El
conejito” es una fábula en la que un conejo se ve atrapado en un huerto por
culpa de su glotonería. La referencia es “El cuento de Perico, el conejo
travieso”, publicado por Hellen Beatrix Potter en 1902. A la agilidad de la
narración contribuyen los pensamientos del conejo expresados en el texto en
forma de diálogos, y a través de los cuales el pequeño lector puede sentir el
deseo, la felicidad y el temor que el conejo va sintiendo.
En este año en el que se cumplen los 75 de la muerte de Miguel Hernández,
la editorial Nórdica nos presenta esos dos cuentos y dos más –“Un hogar en el
árbol” y “La gatita Mancha y el ovillo rojo”- que también había escrito el
poeta en la cárcel y cuya existencia no se dio a conocer hasta la celebración
del centenario de su nacimiento en 2010. Los textos se acompañan con
ilustraciones de Damián Flores, Sara Morante, Adolfo Serra y Alfonso Zapico. Esta primorosa edición se completa
con un sucinto prólogo de Víctor Fernández y un apéndice con documentos originales
de los cuentos y dibujos de Miguel Hernández.
Son cuentos muy breves, de sonoridad poética, muy apropiados para contar
a niños pequeños que aún no saben leer o para primeros lectores, que
seguramente encontrarán ese placer inicial que les pueda llevar a adentrarse en
el amor por la lectura.
(Publicado en el suplemento Culturas de El Comercio y La Voz de Avilés. 26 de agosto de 2017)
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