Espacio líquido de creación y crítica literaria. Marcelo Matas de Álvaro

jueves, 7 de enero de 2016

Mina de palabras


Relatos de Marcelo Matas de Álvaro incluidos en el libro Mina de Palabras.
 AEA. Oviedo, 2015

DITIRAMBO BATE A ROCABRUNO

A Gonzalo Suárez

            En la playa de Arnáu los futbolistas jugaban como curas con sotana, buscando todo el tiempo el balón enredado en el nudo de sus propios pies. No alzaban la vista para otear los improbables desmarques de algún compañero ni mucho menos para advertir el acoso o la casual llegada de un contrario. En su descargo, primero traté de disculparlos con la excusa del viento, el mayor enemigo de la pelota en las playas del Norte, pero en seguida pensé que eso no les podía ocurrir a dos equipos tan duchos en estas lides. Se trataba nada más y nada menos que del Ditirambo y del Rocabruno, dos clubes acostumbrados a bregar en los más prestigiosos campeonatos amateur con los que cuenta la Cornisa Cantábrica. 
Partido de fútbol en el Campo de la Mina. Arnáu
            Entonces me acordé de una película en la que dos boxeadores se pasan el combate mirándose los pies, como si en el torpe jeroglífico que dibujaban sus cortos pasos no estuviera tanto la clave de la victoria como el arcano que debían descifrar para eludir la derrota. Peleaban H.H., el “Mago”, y G.S., el “Resbaladizo”. Los dos venían sin pasado, esto es, de un pasado desconocido por el espectador, a quien los púgiles se le aparecían en la pantalla apenas como dos sombras que simulaban luchar en el empeño de no encontrarse con el otro. Se esforzaban los puños por prodigar sólo al aire sus golpes certeros, mientras que sus respectivas miradas se tambaleaban al tratar de esquivar la presencia del rostro del contrario. Como dos boxeadores sonados, en cada asalto se abrazaban cinco segundos antes de que se oyera la campana del ring.
            Al final el Ditirambo ganó al Rocabruno sin saber cómo. Cuando quise preguntar, todos los jugadores y el público ya habían alzado la vista del suelo para seguir bebiendo. Brindé por el Mago y el Resbaladizo, por el embriagador hallazgo de lo no sospechado.
Gonzalo Suárez

MI CORAZÓN BAJO EL AGUA

Interior del castillete de la Mina de Arnáu
         Mi abuelo me contó tantas veces la vida en esta mina que podría recorrerla de memoria, sin necesidad de que tú y yo tengamos que ir ahora de la mano siguiendo las indicaciones del guía, unidos a un grupo que seguramente habrá entrado aquí por el mismo interés con el que todos los turistas visitan cualquier otro museo o paraje que les indique el folleto que les entregaron en el hotel, sin saber de antemano lo que yo a ti también te he contado tantas veces y que ahora me dispongo a enseñarte, la majestuosa presencia del centenario castillete de madera por donde se baja al pozo abuelo, llamado así por ser el primer pozo vertical que se construyó en una mina de esta región, las galerías con ladrillos ennegrecidos por la carbonilla que se desprendía de las vagonetas tiradas por mulas ciegas, el olor a huevos podridos que aún se desprende de la humedad y de lo que entonces llamaban el gas mofeta, el eco de los picos contra la pared, de los martillos clavando los postes que sujetan el techo, de los guajes recogiendo el carbón caído entre los raíles, de las voces del capataz siempre advirtiendo de la obligación de trabajar más y más rápido, del silencio, sobre todo el eco del silencio que endurecía los oídos después de una explosión, alguna de aquellas de las que no le daba tiempo a avisar al penitente o al canario para que pudieran correr todos hacia la salida de la mina que daba al mar, hacia la puerta de la salvación y también del deseo, de la posibilidad de soñar con viajar más allá, al lejano territorio de donde volvían enriquecidos los indianos..., pero ahora yo veo también las últimas galerías sumergidas bajo el agua y lamento no poder enseñarte el corazón que mi abuelo dejó grabado con su navaja en un puntal, el mismo corazón que en este momento, cuando los turistas están distraídos escuchando al guía, yo vuelvo a grabar en este poste con aquellas letras, las mismas iniciales que llevamos nosotros en nuestros nombres, tanto en el mío como en el de mi esposa muerta.

Galerías de la Mina de Arnáu







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