Por qué llora la
maestra
Gonzalo Moure
Kalandraka, 2021
Gonzalo Moure, uno de los mayores autores de literatura infantil y juvenil en español, utiliza su fructífera labor como escritor y sus numerosos encuentros con los escolares en los centros educativos, para compartir con los jóvenes lectores su “manera de escribir”, con el objeto de que su experiencia pueda servir a quienes sienten esa necesidad o deseo de adentrarse en el mundo de la escritura. A través de una larga “carta para ti, que quieres escribir”, el autor valenciano afincado en Asturias va desgranando algunos consejos -no recetas, “porque escribir no es como cocinar”-, empezando por responder a las preguntas esenciales: qué y cómo escribir. Las respuestas están dentro de cada uno, de la propia experiencia que se filtra en la particular mirada de cada cual. De ahí que haya que empezar escribiendo sobre lo que uno tiene más cerca, lo que sorprende o llama la atención, aquello que la emoción ha logrado que permanezca en la memoria. Para responder al “cómo” hay que atender a la “respiración de la literatura” -los signos de puntuación- que deberá marcar el ritmo de la narración; a la “limpieza”, es decir, a la eliminación de todo aquello que “adorna” innecesariamente la prosa; a tratar de evitar las “comparaciones”, esa sucesión de “comos” que se usan a modo de “bastones o muletas” del texto, o los adjetivos y las frases hechas, que a menudo hay que arrancar con “pinzas” porque sobran del rostro de lo escrito.
Gonzalo Moure |
Pero lo más importante es que
el/la joven que afronta su necesidad de escribir, refleje sus vivencias, las
experiencias más próximas de la realidad que le circunda, llegando a descubrir
poco a poco su propio estilo literario. Se trata, en definitiva, de “escrivivir”,
neologismo utilizado por Gonzalo Moure para definir que es necesario vivir lo
que se escribe. Así, se llega a “escribir para saber”, por ejemplo, “por qué
llora la maestra”, una pregunta que se hace una joven escritora después de
haber visto a su maestra llorando en una cafetería.
Libro muy interesante -enmarcado con un prólogo de Carlo
Fabretti y un epílogo de Mónica Rodríguez- para utilizar en los centros
escolares, no como manual, pero sí como instrumento de motivación o apoyo para
los alumnos que a esas edades ya sienten la necesidad de escribir.
A partir de 12 años
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